gregory-castellanos-ruanoPor Lic. Gregory Castellanos Ruano

«Si quieres entender a una persona, no escuches sus palabras, observa su comportamiento.« (Albert Einstein)

Desde Santiago de Los Caballeros desde hace cierto tiempo cierto personaje cansonamente ha pretendido alzarse como un supuesto «conductor moral« (¿?) cuando lo que ha sido toda su vida ha sido un extorsionador, por cierto con bastantes querellas por infracciones penales por actos espantosos. Ha sido un beneficiario de la impunidad. Ya yo tenía conocimiento de esto desde los años noventa.

Ejerce su «pontificado«(¿?) con una habitual arrogancia sin fundamento alguno, pues, en realidad, simplemente es un ridículo, un payaso.

Su vacuidad es notoria: es un disparatoso de alto calado, de protuberancias notorias: todo cuanto escribe son puros disparates, reveladores todos de que es un mediocre, un `mediocrón`: El Mediocrón de Santiago de Los Caballeros.

Pretende cubrir su desnudez escandalosa con ornamentos vanos. En cierta época comenzó disque «combatiendo« (¿?) el Narcotráfico con alegaciones genéricas y nunca mencionó un nombre ni nunca presentó una denuncia en que mencionara nombre alguno; después se convirtió en defensor laboral de los haitianos y terminó voceándoles «hediondos« y «grajudos«. En estos últimos tiempos, para estar con cierta moda, ha vuelto a defenderlos y por eso dice molestarse porque en Santiago celebran la Batalla del 30 de Marzo. …El sujeto en cuestión es como una fiesta movible.

Tiene que buscar un motivo para actuar, es decir, para presentar su obscena falsía de supuesto «moralista puro« cuando en realidad es un `moralista de hojalata` que simula tener un corazón «demasiado sensible y alegre en sus afectos«.

Aceptarlo como «un moralista« sería aceptar que la Moral puede caer de bruces, que la Moral también tiene una Historia Gótica y también que esta puede andar en calzoncillo, es decir, del mismo modo que él.

Sumido en la decadencia de las `negras` avenidas, huele de lejos a cosa fabricada, artificiosa.

Obsérvese que todo lo que escribe gira en torno a su yo, la repetición de la palabra yo o las conjugaciones de verbos en primera persona revela que siempre habla de él como: «yo«, «yo«, «yo« y «siempre yo«, «y después de yo, yo mismo«, «yo« hice, «yo« hago, «yo« haré,  «yo« no hice, «yo« no hago, «yo« no haré.  …Un ego que da pavor y lástima.es decir, está poseso de un egocentrismo desparpajado propio de un desequilibrado mental.

Habla sobre sí mismo para auto-loarse a diestra y siniestra, con «merecimientos« (¿?) de fábulas que sólo existen en la mente de él. Estamos en presencia de un caso psiquiátrico de primera magnitud. Si algún psiquiatra dominicano quiere hablar sobre el egocentrismo como enfermedad tiene en él una muestra manifiesta, evidente, para el ejemplo.

La teoría psicológica del espejo le es aplicable a carta cabal: él es lo que dice que el otro es. En síntesis: es lo que dice que no es; y no es lo que él dice que es.

Se cree en aptitud de decir quién es «bueno« (¿?) y quién es «malo« (¿?), él se auto cree «bueno« (¿?) con semejante deleznable «pasta« de la que está compuesto.

Lamentablemente para él sólo incurre en un striptease y cree tener licencias para ello. Para mí es un podrido social más que pretende disfrazarse de «no podrido« (¿?) para pretender venderse como supuesto «no podrido« (¿?) y colarse como supuesto «no podrido« (¿?).

Hace el papel de una suerte de «curandero social« parecido a uno de aquéllos farsantes que prometían suprimir «con diferentes emplastos, las lacras sociales sin dañar el capital ni la ganancia”, como se señala en el Prefacio de Engels y Marx a la edición inglesa del Manifiesto del Partido Comunista, cuando en realidad él mismo es una lacra social viviente, una lacra social andante.

Es un exitoso fracaso, es decir, un claro exponente del deterioro social, pues es un farsante. Exitoso fracaso porque las sombras que lo rodean son muy obscuras, muy `negras`, y por ello permiten ver lo que realmente es.

Una vez intentó hacer una «proeza« similar a venderle hielo a los esquimales pretendiendo defender lo indefendible: a una jueza corrupta en cuyo apartamento se hospeda cuando viene de Santiago a Santo Domingo, Distrito Nacional, y ahora pretende defender al cuerpo de delito viviente, al cuerpo de delito andante que es el hijo de élla. Otro intento de venta de hielo inútil.

Dicha jueza no se caracteriza precisamente por la Moral. Sería prudente que los abogados que llevan casos civiles en donde éste farsante figure en contra en el Distrito Nacional investiguen bien sus casos para que sepan la real razón, la real historia de porqué sus casos tuvieron o tienen otro destino gracias a ese «hospedaje«, que lleva al tristemente célebre personajillo de Santiago que nos ocupa a pretender hacer «defensas« (¿?) de élla y hasta de su hijo: todo un cuerpo del delito viviente, andante.

Después de él pretender salir en «defensa« (¿?) de esa señora «obsequiosa«, como él la llama, desde entonces comprendí a plenitud que estamos en presencia de un farsante. Sólo con ese prisma me basta para saber que estamos en presencia de un farsante, en el más estricto y literal sentido de la palabra. Con lo del hijo de élla el prisma sigue ampliándose y, por ende, igualmente su carácter de farsante se sigue revelando más.

¿A cambio de qué fue esa defensa? ¿A qué se debe, cuál es el significado de que él se hospede en el apartamento de esa señora? ¿Por la limpidez moral del alma «honesta« (¿?) de élla?: No.

…Es  de los que «se alzan contra«, es decir, de los que se alquilan «por una bolsa de plata«.

Es, pues, un aborrecible del mismo género de Judas.  …`Su vínculo` con esa señora y con el cuerpo del delito viviente, andante que es el hijo de élla, es esa bolsa de plata.

El personajillo en cuestión de Santiago de Los Caballeros es de los llamados «fuegos fatuos«, los cuales son sólo la sombra de sí mismos, y en el presente caso, además, una sombra obscura, `negra`, socialmente siniestra por ser simplemente un farsante que pretende elevarse desde su propia putrefacción, como todo fuego fatuo, con puros fingimientos y simulaciones. El farsante en cuestión es otro corrupto más que pretende defender a dos corruptos iguales que él.