Miguel Espaillat Grullón
Son muchas las características que tipifican como dichoso y atípico al líder político Hipólito Mejía. Veamos algunas de ellas:
El compañero Hipólito no domina el léxico ni el discurso político, no tiene dominio de las ciencias económicas y sociales, no es un hombre de lecturas como corresponde a todo político ni tiene grandes conocimientos de las diferentes ideologías y doctrinas políticas. Sin embargo, es uno de los principales políticos con que cuenta la República, imponiéndosele por mucho a políticos curtidos en el oficio y a intelectuales con doctorados y PhD. Ello así, como para continuar con la saga de líderes carismáticos que nos han gobernado o conducido sin formación académica, como lo fueron, Gaspar Polanco, Pedro Santana, Lilis, Gregorio Luperón, Trujillo y Don Antonio Guzmán, entre otros.
Las encuestas arrojan que actualmente el expresidente HM solo es favorecido con un 23% del electorado nacional frente a un 70% de aceptación del presidente Danilo Medina, quien sostiene, pese a esa alta valoración, que no busca liderazgo. Los números de Hipólito, están por debajo de los de Luis Abinader y solo es superado por Miguel Vargas, quien cabalga sobre un escuálido 3%. Pero también, en éste renglón está el hecho de que este aspirante a candidato tiene la mayor tasa de rechazo de un 40%, conformada por la mayoría de las trabajadoras domésticas del país, los molineros y la clase media alta y, pese a ello, sigue siendo el líder con el cual, según sus seguidores, es el único con que ganaríamos las elecciones del 2016.
En este momento, con la actual situación política que vive el país, HM no es el candidato que concita la unidad. Al contrario, tiene al nuevo PRM dividido, con la agravante, que tampoco fue un ente unitario en el pasado, y pese a ello, insólitamente, ciertos grupos aún lo siguen teniendo como el líder unitario.
Hipólito Mejía nunca ha ganado unas elecciones. En el 1996 no ganó la senaduría por Santiago. En el 2000, no alcanzó el 50+1 para la presidencia y posteriormente perdimos bajo su liderazgo la batalla por la presidencia en el 2004 y 2012, es decir, bajo su conducción hemos sido derrotados continuamente y llevado a las fatales divisiones pasadas y presentes, y pese a ello, sigue siendo para muchos, la carta del triunfo del nuevo PRM.
Los perredeistas y el país tienen poco que agradecerle a este ex presidente, puesto que al partido solo le ha traído derrotas, desunión, atraso, y la marginación de su lideres, pues él, con su egoísmo y terquedad de presentarse siempre como el candidato, ha impedido la renovación de los cuadros políticos, obstruyendo así, los talentos que hubiesen podido emerger como verdaderos líderes y figuras presidenciales.
Por ejemplo, Doña Milagros no logró la presidencia porque él torpedeó esa candidatura y figuras presidenciales como Eligio Jaqués, Hatuey Decamps, Ramón Alburquerque y otros, han sido víctimas de su enfermiza ambición. En cuanto al país, éste solo «puede agradecerle» un descomunal descalabro económico, por el mal manejo de la quiebra del Baninter y otros entuertos. Pero, pese a ello, muchos persisten, en que él es el hombre clave para llevar a cabo las transformaciones sociales que el país necesita.
El compañero Hipólito fue el candidato que, pese a sus yerros verbales, ganó las elecciones del 2012 y en esa circunstancia no negoció ni defendió su triunfo, pero además, es el sujeto que se proclama hombre de palabra pero que no cumple ninguna, que dice ser el gallo más guapo pero que sale desplumado en todas las contiendas, que irrespeta a los negros de su patria cocotíandolos y diciéndole despectivamente negritos…negritos, y pese a ello, algunos «negros y negritos» lo siguen teniendo como su líder.
¿Qué hada, que Ado, que halo tiene este hombre de ideología conservadora, que se ha impuesto en un partido que se supone revolucionario y que ha sido el fruto del inmenso trabajo invertido en su construcción por hombres de izquierda y centro izquierda, como lo fueron el profesor Juan Bosch, el Dr. José Francisco Peña Gómez y por todo un pueblo con sentimientos revolucionarios?
¿Qué encanto, que vacá, tiene este hombre, que sin ser un docto ha podido subordinar a los más prestigiosos eruditos de este partido y encantar a su conglomerado, pese a que ha sido la manzana de la discordia y la carta de las derrotas?
Las condiciones para la próxima derrota electoral se podrían dar por las recurrentes ambiciones personales de éste «conductor de masas». No hay que ser un clarividente mayor ni un brujo de aldea para ver claramente la derrota a la que estamos condenados con el nuevo PRM si Hipólito Mejía fuera el candidato.
Divide y vencerás dice el viejo adagio. Y dividido está el nuevo PRM, aunque lo quieran negar o disimular, siendo HM el ente catalizador de esa división, pero, pese a todo, insólitamente, muchos lo siguen considerando el candidato para un triunfo electoral.
Esta candidatura de HM, que exige una convención, porque se ha dado cuenta que por encuesta irremisiblemente será vencido, significa una estocada mortal al proceso de consolidación del nuevo PRM, puesto que elegir el candidato dentro de un año será fatal para la estructuración y consolidación de ésta vigorosa e incipiente institución. Esta posposición implica desde ya matar el entusiasmo de los «obreros políticos» llamados a realizar los trabajos que conllevan la estructuración y consolidación aludidas. En cuanto a las masas, no ganaríamos las simpatías de ellas y por ende, ese voto mayoritario, al ver éstas tantos comportamientos impropios y tantas apetencias fuera de lugar.
Hipólito Mejía tiene un encanto personal innegable… tiene un ángel… «una chulería» para un sector importante de la sociedad dominicana, ya sean letrados o iletrados, a los cuales no les hace roncha, que en su proselitismo, su guía, ande flanqueado por figuras como Pepe Goico, o que haya expresado su aprobación para que se explote Loma Miranda, a despecho de las grandes mayorías que defiende nuestros recursos naturales.
Esa gente que le sigue, no repara en todo lo que significa su frase, «a ese no lo llevo a la justicia, porque es mi canchanchán».Tampoco tienen memoria para recordar cuando mandó a que se subiesen a la acera, los que encontrasen que la calle estaba dura.Mucho menos evalúan criterios suyos, como aquel que expresó burlonamente en Miami, al decir que los hospitales de República Dominicana, estaban a la altura de los mejores hospitales de los Estados Unidos, cuando en aquel momento, los mismos eran pocilgas que se alumbraban con velas.
Tampoco los seguidores de esta «Chulería de líder», analizan todo el daño que él le infligió a la economía del país, especialmente en perjuicio de los pobres, con el mal manejo de la quiebra del Baninter. Tampoco la gente que le sigue a ciegas, dilucida el argumento-falacia, de que Hipólito sacó un 47% en las elecciones pasadas, obviando, que él, no es el fuerte, sino, el partido, y que la gente, específicamente no votó por él, sino, contra Leonel y el PLD.
Hipólito es un hombre sumamente capaz, para ganarse a toda esa gente olvidadiza que no repara ni le molesta, el uso y manejo de sofismas y demagogias, pero también a la vez, él es tremendamente incapaz para gobernar favoreciendo a esa gran mayoría, y pese a ello, sigue siendo el gran líder de esa gente, a quienes precisamente, él olvida cuando gobierna.
Hipólito, un emparentado con los Trujillo, por su apellido Domínguez, es tan dichoso, que paradójicamente es un líder, en un pueblo que se supone, debe ser alérgico a todo lo que le huela a Trujillo y al trujillismo.
El, como todo gran líder es odiado por unos y amado por otros. Gente buenas y malas, honestas o desaprensivas, por igual lo quieren o vilipendian. En este escenario de sentimientos encontrados y por fuerza de las circunstancias, también son muchos son los que lo tienen que aceptarlo a regañadientes.
Se dice que la mujer es fuerte, porque es débil, pero en el caso de HM, al contrario, sus debilidades destruyen su fortaleza. Por consiguiente, con alguien que cuantifica una suma de debilidades, no es posible políticamente construir un Proyecto de Nación ni llegar al poder todas las veces, y no es que lo diga por decirlo, sino, que lo primero, él ya lo demostró en su primer y único gobierno, y lo segundo, en la campaña presidencial llevada a cabo para elegir el gobierno del 2012.
En éste contexto, un hombre como Hipólito Mejía, que se le olvidó que la ambición rompe el saco, que tiene el historial político anterior, de continuas derrotas y división de su partido y de tantos daños económicos infligidos a su país, y aún sigue siendo un líder, y no lo tiramos al caldero… ello es, porque indudablemente éste es un hombre con mucha suerte, y porque ha nacido en un país muy especial, que tildándose de moderno, elije a sus líderes, con mentalidad fuera de época.
Y tiene tan buena suerte este hombre, que pese a todo, aún está a tiempo de reivindicarse de su pasado y casarse con la gloria, tan solo con asumir el rol de líder que su buena estrella le está signando. Consecuentemente ansío, que para el bien de todos, no desperdicie esta grandiosa oportunidad que su prodigiosa vida le está brindando en bandeja de plata y oro.
Muchas veces he sostenido, que Hipólito es un hombre de suerte, y no lo sabe. Ni el mismo, al igual que el cantante Fernando Villalona, se ha podido destruir con sus recurrentes yerros.
No obstante, esta vez espero, que a la luz de esta «catilinaria» Hipólito Mejía reflexione para que refrenando su ya patológica ambición de poder, se conforme con lo que ha logrado, y es que en consecuencia le de paso a los relevos generacionales, por el bien suyo, del partido y del país.
Solo los amigos de verdad, nos dicen las verdades que duelen, cuando son para nuestro bien.
Posdata: Amigo lector, a la luz de lo expuesto, dígame usted… Hipólito Mejía ¿es, o no es, un político atípico y dichoso? Pero además, contésteme ¿es él un político idóneo para estos tiempos y circunstancias?