Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
La mayor parte de la generación de historiadores dominicanos que escribe a raíz de la decapitación de la tiranía trujillista casi hasta el día de hoy ha estado marcada por un sesgo visceralmente anti-estadounidense. Sesgo comprensible a la luz de la moda del entonces dividido mundo en los dos bloques hegemónicos, es decir, un poderoso influjo ideológico fue determinante de tal situación, y a ello contribuyó a dar caldo de cultivo la ignominia de la primera intervención militar estadounidense de mil novecientos dieciséis (1916) y ni hablar del caldo de cultivo que propició la segunda igualmente ignominiosa intervención militar estadounidense de mil novecientos sesenta y cinco (1965).
Dicha tesis anti-estadounidense dio lugar a que sus historiadores propiciadores se empleasen a fondo para hacer ver que nuestros enemigos naturales eran los estadounidenses y no los haitianos, cuya boyante población tenemos más cerca de nosotros que los Estados Unidos.
Esa tendencia exclusivamente anti-estadounidense se estableció sobre la base de que si se traía a colación que nuestros enemigos naturales eran los haitianos ello, a su vez, hacía aparecer inmediatamente una jauría que acusaba al que lo hiciera y acusa al que lo haga de ser «racista«.
Es decir, al sentimiento anti-haitiano que dio origen a la Independencia dominicana y que siempre ha existido entre nosotros desde los desmanes haitianos en esta Parte Este de la Isla hasta el día de hoy se le ha pretendido parangonar con el racismo anti-negro. Los desmanes, atropellos y salvajadas haitianas cometidos contra los pobladores de esta Parte Este de la Isla; la Ocupación haitiana y el siempre viviente sentimiento haitiano de unificar las dos naciones bajo la bandera haitiana, se trató de borrar de golpe y porrazo de la noche a la mañana y hoy más que nunca se trata de borrar.
Toda esa historiografía anti-estadounidense es parcialmente cierta, pero es una historiografía llena de pasiones y sobrecargada de epítetos-clisés y que llegó incluso a ejercer influencia a nivel de la muchachada de las escuelas públicas. La mayor parte de esa historiografía tiene por autores a personas que han sido grandes, medianos y pequeños actores en los acontecimientos nacionales del período que va desde el mil novecientos sesenta y uno (1961) hasta la caída del bloque soviético; de ahí que dicha historiografía carece del equilibrio y la madurez que brindan el historiar desde una época lejana y, sobre todo, el no estar bajo el influjo de una ideología excluyente y absolutamente intolerante.
Es todo ello lo que explica la defensa ardorosa y apasionada que hacen los dirigentes de izquierda de la presencia cada vez más y más numerosa de los haitianos en nuestro país.
Los historiadores de izquierda y los referidos dirigentes de izquierda han contribuido a abrirle el camino político a haitianos establecidos en la República Dominicana, al soslayar artificiosamente la realidad haitiana y el peligro que esta representa para nuestro país.
La República Dominicana nació al luchar los dominicanos contra los haitianos; Juan Pablo Duarte y los Trinitarios lucharon contra los haitianos. ¿Qué diría Juan Pablo Duarte si un haitiano o un descendiente de haitiano fuese Presidente de los dominicanos? Sería paradójico que algo así ocurriese. La Historia verdadera, la equilibrada, la sopesada, juzgará a ésos autores de izquierda, a sus papagayos de izquierda y a los autores que no son de izquierda, a los llamados «progresistas« (¿?) o «light« (¿?), pero que les gusta cortejar a la izquierda para manipularla y usarla para sus fines y conveniencias (como lo hacía un personaje haitiano que de manera indebida gravitó políticamente sobre una gran parte del pueblo dominicano), que quisieron y quieren soslayar el peligro haitiano frente al destino dominicano. Pero lo mismo ocurrirá con el juicio social respecto de dichos historiadores de izquierda y respecto de dichos dirigentes de izquierda y respecto de los papagayos de izquierda (esos que adoctrinados en ese ámbito repiten como un eco lo que proviene de todos otros aquéllos) muy específicamente cuando comiencen las colisiones connaturales que se producen cuando una población con una cultura específica pretende prevalecer sobre otra con otra cultura diferente y convertir a un territorio en suyo, como ocurrió en Kosovo entre albaneses ocupantes (blancos ojos azules todos) y serbio kosovares (blancos ojos azules todos); y como ocurrió entre hutus (negros todos) y tusis (negros todos). Yo me pregunto: ¿dónde se meterán, cuando comiencen esas colisiones, todos ésos que juegan a ‘’adaptar la historia«, a negarla, a deformarla y a falsificarla, haciendo el papel, unos, de «intelectuales obedientes« y, otros, de simples ecos de aquéllos, que son los llamados «propagandistas«? Estoy seguro de que todos serán vistos refugiados en Miami, Estados Unidos, junto a los que no son de izquierda y que, al igual que éllos, han jugado a decantarse por protagonizar el fomento de la haitianización del país y muy, pero muy probablemente ya convencidos y arrepentidos de su error capital después de comenzada la tragedia de esas colisiones de las cuales hay numerosos ejemplos a lo largo de la Historia Universal, incluso ejemplos relativamente recientes.
Lo paradojal y muy resaltante del caso es que esos anti-estadounidenses de izquierda son hoy por hoy los grandes aliados del evidente principal promotor del plan de disolución de la Nación y del Estado dominicanas que descaradamente lo es Estados Unidos junto con Canadá y Francia para fusionar la población haitiana con la población dominicana.
La anestesia o la enema más reciente que en ese sentido se le ha inyectado al pueblo dominicano es un artículo del historiador y elegante ensayista de izquierda moderada José del Castillo Pichardo publicado en Diario Libre Digital el Viernes veintiuno (21) de Julio del dos mil veintitrés (2023) titulado «Nación de Inmigrantes« en el que, con ese título kennedyano, tras referirse a una serie de personalidades que emergieron de diferentes procedencias, comenzando con la de los cocolos, pasando por las de los españoles, los árabes, los italianos y otros de otras nacionalidades, aterriza, al final, a donde él premeditó llegar: a los haitianos: y respecto de éstos dice: «Hoy la batidora pluriétnica bate. Visibiliza a atletas de ascendencia haitiana que engrosan el medallero dominicano. Luisito Pie, bronce en taekwondo en Olímpicos de Río 2016, plata Panamericanos 2015, oro Campeonato Panamericano 2014 y plata 2018. Zacarías Bonnat, plata en pesas Olimpíadas 2020, Panamericanos 2019 y oro y bronce en Centroamericanos. Fiordaliza Cofil, oro en relevo 4x400m Mundial Atletismo 2022, plata Centroamericanos 2018. Marysabel Senyu, oro en salto alto Centroamericanos 2023 e Iberoamericanos 2022, plata Bolivarianos 2022 y Panamericanos Juveniles 2021. Apenas lo visible del iceberg.« ¡Claramente una forma de pretender dorar la píldora! La ingenuidad de éste culto historiador y ensayista de izquierda no puede ser más proverbial: ni las islitas de donde provinieron los cocolos ni España ni país árabe alguno ni Italia ni ninguno de los países de las otras nacionalidades aludidas por él hacen frontera con la República Dominicana, es decir, no representan peligro alguno para la República Dominicana; Haití sí hace frontera con la República Dominicana y no sólo eso, sino que los haitianos afirman y requeteafirman que este territorio dominicano es propiedad de éllos y que, en tal virtud, será re-obtenido por éllos nuevamente. En cuanto a esos medallistas, que nunca debieron ser enviados por los gobernantes del Estado dominicano como representantes de este, ¿se ha preocupado el señor José del Castillo Pichardo en acercárseles para preguntarles: qué creen éllos sobre Juan Pablo Duarte, qué opinión tienen éllos sobre el Padre de la Patria dominicana; e igualmente para preguntarles: qué creen éllos sobre los patriotas dominicanos que a través de doce (12) cruentas batallas expulsaron del territorio dominicano a los ancestros haitianos de ésos medallistas, qué opinión tienen éllos sobre ésos patriotas dominicanos? ¿Se ha preocupado, igualmente, el señor José del Castillo Pichardo en acercárseles para preguntarles: de qué lado estarían dichos medallistas en caso de una confrontación armada entre nacionales haitianos y nacionales dominicanos?
Actualmente los haitianos están de lleno, activos, en eso de reocupar este territorio dominicano y la reacción patria que ello provoca en quienes se sienten compromisarios con Juan Pablo Duarte y su creación ha comenzado lentamente a organizarse en previsión de esas fatales colisiones que se avizoran en el horizonte.
El marcado carácter calculado del referido escrito del señor José del Castillo es confirmado por otro escrito que siguió a aquel primero. El segundo se titula «Puerto Plata multiétnica« y fue publicado el veintiocho (28) de Julio del dos mil veintitrés (2023) en el periódico Diario Libre, el mismo fue escrito con la premeditación de pretender seguir dándole cuerpo a la torcida intención que expresa su autor en el primero, esto es, para decir que así como Puerto Plata fue en el siglo XIX «el modelo reducido«, un crisol en miniatura de personas de diferentes nacionalidades, es válido también que en el siglo XXI en el plano nacional los haitianos también pasen a formar parte del conglomerado poblacional dominicano. Obsérvese la continuidad de los dos títulos o temas y sus respectivas fechas de publicación: «Nación de Inmigrantes« (veintiuno (21) de Julio del dos mil veintitrés (2023)) – «Puerto Plata multiétnica« (veintiocho (28) de Julio del dos mil veintitrés (2023)).
En dicho segundo escrito con ese aspecto teleológico en la mira el señor José del Castillo menciona a Gregorio Luperón, siendo la ocasión, pues, propicia para exteriorizar cómo pensaba Luperón sobre los haitianos en la Puerto Plata de ese siglo XIX a que alude el referido historiador de izquierda.
Si en la Segunda República hubo alguien consciente: a) de que se llegó a ella `recuperando la Independencia` alcanzada a partir del veintisiete (27) de Febrero de mil ochocientos cuarenta y cuatro (1844), de que en eso precisamente consistió la guerra de Restauración: en `restaurar la Independencia dominicana`; b) de quién fue Juan Pablo Duarte; y c) del peligro que para la existencia del Estado dominicano representan los haitianos: ése alguien se llamó Gregorio Luperón.
Veamos:
1) Diciembre 11 de 1875: «En sesión de la memorable sociedad Liga de la Paz, de Puerto Plata, el Gral. Gregorio Luperón, su Presidente, aboga por la repatriación de Duarte. Dice la reseña del acto (El Porvenir, P.P., 19 de dic. 1875): También fue acordado en la misma sesión, solicitar por medio de circulares, a todas las sociedades y personas notables del país -después de obtenido el apoyo del superior gobierno-, para que ayudándonos en lo que puedan contribuyan a hacernos menos difícil la muy importante y meritoria empresa de poder volver al seno de la Patria, al Gral. Juan Pablo Duarte, benemeritísimo patriota, Padre de la Patria y mártir de todas nuestras contiendas, hombre en fin, que después de haber dado vida a nuestra nacionalidad, recibió por premio a sus nobles afanes la expulsión del suelo nativo; haciendo hoy larguísimos años que gime en el ostracismo y en la miseria sin que hasta la fecha se hayan acordado los dominicanos hacer justicia a tanto heroísmo, abnegación y martirio! Es el Gral. Juan Pablo Duarte, de cuyo cerebro brotó la idea de independencia para Santo Domingo… (aquí dio el orador breves pero interesantísimas noticias biográficas sobre aquel eminente prócer). Vive -prosiguió- miserablemente en Caracas: dos hermanas suyas -que han protestado vivir en la pureza virginal por no ver a su anciano hermano salir a mendigar un pan- son las que lo mantienen con el trabajo de sus costuras; y durante el tiempo que llevan allí de residencia jamás han pedido una limosna!…Ni siquiera nuestro Gobierno le ha mandado a decir: `¡Duarte, ven a tu Patria! ¡Ven a morir al lado de los tuyos!` Lo han mirado con indiferencia! ¡Ni aún de esa Capotillo (goleta) ha podido disponer para traerlo!… y sí ha tenido de qué disponer para enviar Comisiones a Europa!…Participemos, señores, nuestra resolución a las demás sociedades amigas! ¡Abramos una suscripción para que nuestro padre Duarte vuelva a su Patria! ¡Solicitemos recursos del Gobierno; y si él no puede -si se encuentra pobre-, contribuyamos nosotros con lo que podamos para realizar este propósito!!!… «Ahora quiero saber si la Sociedad está de acuerdo con mis opiniones, si lo está, me lo hará saber poniéndose de pies… (Todos los miembros, enternecidos, ebrios de entusiasmo y con frenéticos y acalorados aplausos así lo hicieron)«… Julio 15 (de 1876.GC) (Sábado) Fallece en la ciudad de Caracas, Juan Pablo Duarte y Diez, Fundador de la República Dominicana, después de haber consagrado su vida al sublime apostolado de legar a sus conciudadanos un suelo libre de toda ingerencia extraña.« («Cronología de Duarte« de Pedro L. Bergés Vidal, en «Duarte en la historiografía dominicana«, de Jorge Tena Reyes, páginas Nos. 44-45 (Negritas mías.GC))
2)«Del General G. Luperón. Puerto Plata, diciembre 6 de 1884«:
«Musú Salomón, aumenta su ejército, compra grandes cantidades de armamentos modernos, reedifica las viejas fortificaciones de ambas fronteras, repara sus tres vapores de guerra y embarca en ellos cañones de mayor calibre, manda a comprar en Europa otro vapor más grande.
Fue el Primer Ministro de Soulouque, su consejo, él es como todos los haitianos lo son y lo serán siempre, enemigo de la independencia del pueblo dominicano, de nuestro pobre progreso, de nuestras libertades, de nuestra benévola hospitalidad con los extranjeros, puede cubrir sus fronteras con más de veinte mil soldados y mandar a sus vapores a destruir a Monte Cristi, a Puerto Plata, Samaná, San Pedro de Macorís, Santo Domingo y Barahona, sin el menor temor de que nuestros viejos cañones le avienten sus vapores,…« (Negritas mías.GC)
3) «Del General G. Luperón. Puerto Plata, marzo 22 de 1885
Señor Don Pedro Francisco Bonó y demás amigos
de San Francisco de Macorís
Estimado amigo:
Habiendo tenido noticias de que nuestro enemigo común se prepara a invadirnos, varios amigos de esta localidad se han reunido en mi casa morada para dictaminar la creación de una apertura de suscripciones por medio de los Municipios correspondientes para con sus producidos enviar una comisión que vaya a los EE.UU. de América a comprar armamentos y municiones bastantes para atender a un caso dado.
Cuento mucho con el acendrado patriotismo de Uds. y demás amigos de esa comarca para que se esfuerce a hacer productiva y circunspecta la subscripción que debe abrirse en esa.
Los amigos de aquí estamos seriamente a fin de no dejarnos sorprender.
Pásele bien y quedo como siempre su affmo amigo,
- Luperón«. (Negritas mías.GC)
Los documentos Nos. 2 y 3 son cartas de Luperón a Pedro F. Bonó y aparecen en «Papeles de Bonó« de Emilio Rodríguez Demorizi.
Sirvan, pues, estas palabras de Gregorio Luperón para mantenernos siempre firmes en nuestro Norte, que nadie se lo deje torcer ni por dineros ni por un mendrugo de pan ni por los oropeles de un puesto público.
Reitero: esa propuesta de Luperón revela la continuidad de pensamiento de Luperón en el sentido de que daba por entendido que los restauradores lo que hicieron fue rescatar la obra de la Independencia Nacional motorizada por Juan Pablo Duarte.
Viendo el plano de continuidad manipulada con que se escribieron los dos artículos referidos, por último, y para evitar que el señor José del Castillo en sus propósitos aviesos pretenda salir con el sacrilegio de que la madre de Luperón era haitiana tengo a bien señalar lo siguiente. Ello respecto del General Luperón para nada se corresponde con la verdad. Dicho infundio se basa en un libro titulado «Sin haitianidad no hay dominicanidad« de un «Dominican York« que se ha quedado como tal residente en New York llamado Diógenes Abreu, el cual (al igual que algún que otro que para nada han investigado a profundidad sobre el punto en cuestión y repiten como papagayo algo incierto) se basa, a su vez, en un artículo de naturaleza puramente especulativa, pero premeditada en forma muy calculada y, por ello, rechazable, del historiador puertoplateño Rafael Alberto Brugal Paiewonsky (Fifo) (muy amigo de quien subscribe hasta la hora de su muerte). Dicho libro «Sin haitianidad no hay dominicanidad« fue publicado bajo la gestión de José Rafael Lantigua al frente del hoy Ministerio de Cultura sin que se efectuasen las investigaciones correspondientes al respecto para impedir que semejante falsedad profanase la memoria histórica. Bastaba con leer completo el artículo de Fifo Brugal para apreciar que el mismo resalta la naturaleza puramente especulativa de dicho artículo suyo, sin embargo el «Dominican York« que escribió aquello basándose en la especulación de Fifo lo afirma categóricamente como una especie de dogma de fe. Fifo era de formación de izquierda y para la época en que escribió dicho artículo (los 90, próximo a las elecciones en que Peña Gómez alegó un supuesto fraude) lo hizo tratando de favorecer la candidatura de Peña Gómez, pero trató de cuidarse resaltando el carácter puramente especulativo de dicho artículo suyo. El Dominican York en cuestión también era pro Peña Gómez. Los dos escribieron para tratar de ayudar a Peña Gómez ante la Historia debido a que el mismo nunca debió ser candidato presidencial en la República Dominicana por él realmente no ser dominicano, cosa que la emoción alienada y alienante de muchos no les permite ver para enjuiciar con objetividad. A Fifo todas las veces que me encontré con él en mis viajes a Puerto Plata le reproché que sabiendo él la verdad del origen de la madre de Luperón él se apartara de su carácter de historiador objetivo para escribir semejante escrito con apariencia de especulación que podía prestarse a crear una falsedad histórica. Su respuesta fue siempre la misma: «¿Y qué tú quieres Gregory: Yo tenía que ayudar a Peña Gómez?« La madre de Gregorio Luperón no fue ni por asomo haitiana. La madre de Luperón, Nicolasa Duperón, era procedente de una de las Antillas Menores francesas, de Martinica, no de Haití. Dicho dato ha trascendido el tiempo tanto en la parte paterna de Luperón (su padre fue Pedro Castellanos, quien era hermano de padre y de madre de mi bisabuelo paterno) como en su parte materna de generación en generación. Semejante afirmación de que la madre de Luperón era haitiana es falsa de toda falsedad y tiene su origen en lo precedentemente referido y en la distorsión histórica que representa para la Nación dominicana que un haitiano, debido a sus indiscutibles e inocultables brillantes dotes intelectuales, llegase a ser un importante líder político en nuestro país, lo cual revela el poco amor de muchos dominicanos hacia nuestro país y hacia nuestra Historia.
Por último, en lo que respecta al serio peligro en curso de producir la disolución de la Nación y del Estado dominicanas, ya, poco a poco, han ido y seguirán emergiendo nuevos liderazgos que serán de los que encabezarán la resistencia a ese claro plan de disolución. La Nación, el pueblo y el Estado dominicanas están transitando por un camino de muy claro peligro.
Por Lic. Gregory Castellanos Ruano