Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
En Kosovo, ex provincia de la antigua Yugoeslavia, muchas personas: tuvieron sentimientos humanitarios a favor de los albaneses que cruzaban a pie la frontera para convertirse en pedigüeños unos y para buscar trabajo otros; salían en defensa de esos «pobres albaneses que se estaban muriendo de hambre en la vecina Albania«; elevaron sus voces en los medios de comunicación radiales y televisivos y en los medios de prensa escrita apologizando la mano de obra «más barata« de los albaneses y detractando a los kosovares porque éstos «no querían trabajar« a esos precios por los que trabajaban los albaneses; decían que los albaneses «le aportaban a Kosovo«; largo etcétera.
…Hasta que la presencia de albaneses en Kosovo devino superior en cantidad a la del conjunto de los propios kosovares (pro-albaneses y anti-albaneses) y el consiguiente desplazamiento de los kosovares de las diferentes actividades del trabajo humano se hizo tan protuberantemente notorio que el velo de lo que estaba en juego se levantó y quedó en evidencia que aquello se trataba de una lucha por el espacio vital. Pero cuando esto ocurrió ya era demasiado tarde, los albaneses se habían organizado hasta militarmente creando un «Frente para la Liberación de Kosovo«. Por tratar de reconquistar su territorio y expulsar de él a los albaneses usurpadores los yugoeslavos tuvieron que sufrir los bombardeos de la OTAN liderada por los Estados Unidos de América que presidía Bill Clinton con su inefable esposa Hillary Clinton.
Yo sé la desazón que sufren los patriotas dominicanos al ver como una situación prácticamente similar viene dándose en nuestro país con la invasión pacífica haitiana y al ver que hay sectores políticos del país cómplices de que esa invasión siga su curso y no sea revertida. Por eso es importante que esos sectores dominicanos que albergan sentimientos patrióticos frente a esa desgracia que viene ocurriendo tengan claras las raíces de esa complicidad y, por ende, puedan descartar de manera ostensible a quienes en el espectro político no se puede contar para salvar a este país y a su Nación de la disolución en curso.
El más culpable de los historiadores de izquierda respecto de crear un ambiente pro-haitiano es Juan Bosch. El tiene la mayor de las culpas enterradas, pues él no es la menor sino la mayor causa de preparación del terreno para una orientación pro-haitiana y, por ende, contraria al interés nacional dominicano.
La raíz profunda de eso viene de que Juan Bosch: a) por un lado, por haber tenido en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) secretarios generales que le hacían sombra a su liderazgo y para tratar de impedir que eso continuara, designó a un haitiano como Secretario General del Revolucionario Dominicano (PRD) creyendo que ése haitiano por ser obviamente tal jamás podría causarle sombra alguna y con eso se equivocó de medio a medio, pues ése haitiano tenía un dominio de la expresión muy, pero muy superior al dominio de la expresión de Juan Bosch, y una enorme y vastísima cultura; y b) por otro lado, en el aspecto histórico pretendió dulcificar y santificar a una figura haitiana y a una figura dominicana instrumento de los haitianos y a situaciones haitianas y dominicanas negativas para esta Parte Este de la Isla; así, dentro de esa corriente, al crear su otro partido político, el denominado Partido de la Liberación Dominicana (PLD) tuvo la cachaza de designar a uno de sus comités intermedios con el nombre de COMITÉ INTERMEDIO TOUSSAINT L`OUVERTURE. Esa corriente la llevó al plano literario: insertó dentro de su producción literaria, en un cuento suyo, a un haitiano al que hizo protagonista de dicho cuento y lo presentó como «un explotado« «por los dominicanos«, en un batey azucarero dominicano.
Las nefastas consecuencias de tal propensión de Bosch no se han hecho esperar…
Juan Bosch para sus seguidores era más que un líder político, era «un dios bajado a la Tierra« (¿?) y su palabra, por ende, era palabra sagrada. Cualquier cosa que dijera, aunque fuera falsa o errada, era ése «ser divino« el que la había dicho.
Sobre la base de ese cuento recuerdo haber escuchado hace algunos años en un programa de radio al comentarista radial peledeísta José Lalú decir que él –José Lalú– no podía tener una mirada anti-haitiana porque Juan Bosch escribió ese cuento.
Por otro lado, hablar como habló Gustavo Montalvo (en representación de la Presidencia de Danilo Medina Sánchez, hijo político de Juan Bosch), en la cumbre de Juan Dolio, entre el Canciller haitiano de entonces y él, como Ministro de Estado de la Presidencia, de Nelson Mandela para insertarlo en las relaciones entre Haití y República Dominicana era lo mismo que decir que Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios habían motorizado la instauración en esta Parte Este de la Isla de un régimen segregacionista, un Apartheid.
Esas irrupciones de Bosch en la práctica política, en la Historia y en la Literatura dominicanas fueron espantosas y catastróficas ya que cuartearon la Historia de la República Dominicana hasta sus cimientos, habían llegado a modificar de forma permanente la psicología de muchas personas que se cercenaron la cabeza para meterse lo dicho por él porque él era «un dios en la Tierra« (¿?), por eso nadie se atrevía a hacer comentarios sobre esos puntos tocados por dicho «dios en la Tierra« (¿?).
¿Tendremos los dominicanos el coraje de defender a la Nación, a la nacionalidad y a la cultura dominicanas hasta el fin?
En esta materia de colocar a los haitianos en su lugar, allá en Haití, y preservar la identidad cultural dominicana y, por ende, a la Nación, a la nacionalidad, al pueblo y al Estado dominicanas, por razones obvias hay que tener claro, muy claro, pues, que la Nación y el pueblo dominicanas no tienen nada que esperar del Partido Revolucionario Moderno (PRM), del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), del mal denominado Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ni de la denominada Fuerza del Pueblo (FUPU), pues son partidos influenciados por hechos y decires de Juan Bosch.
Si bien la Historia dominicana ha sido una sucesiva historia de crisis, en que se pasa de un extremo a otro, la invasión pacífica haitiana representa el evento crítico de mayor envergadura, el desafío mayor de todos, pues es un detonante de un salto mortal para la existencia de la Nación y del Estado dominicanas.