La aplicación de políticas económicas verdes para combatir los efectos negativos de la pandemia del coronavirus puede tener un impacto «fundamental» en el recorte de emisiones contaminantes, según un informe difundido este lunes.
El estudio, publicado por la ONG Climate Action Tracker (CAT) aborda las ventajas que supondría la puesta en práctica de paquetes de medidas verdes para reducir esas emisiones, estimulando también la economía tras la crisis de la COVID-19.
De lo contrario, advierten, se podrían rebasar los niveles de emisiones de CO2 (dióxido de carbono) previstos para el año 2030.
El CAT calcula que, como consecuencia del parón económico actual, los niveles de CO2 globales caerán entre un 4% y un 11% este año, y probablemente otro 1% en 2021.
Sin embargo, a pesar de ese parón económico, las medidas que tomen los gobiernos en los próximos meses serán las que determinen si se cumple la reducción de emisiones acordada para 2030 por los países en el Acuerdo de París o no.
En su análisis presentan dos escenarios. En una recuperación optimista, la economía alcanzará los niveles previstos antes del COVID-19, mientras que en la visión pesimista tardará más tiempo en recuperarse, no llegando a alcanzar esos niveles previstos antes de la crisis.
El estudio combina estas dos perspectivas de futuro con cinco escenarios de respuesta distintos: recuperación de los combustibles fósiles, mantenimiento de las políticas actuales hasta después del COVID-19, estímulos verdes suaves, estímulos verdes moderados y estímulos verdes fuertes.
La ruta que tome cada país definirá si la recuperación es sólo económica o si el medio ambiente se tendrá también en cuenta.
En un documento dirigido a los gobiernos con pautas a seguir para lograr reducir estas emisiones durante la recuperación económica prevista para este año, el Director de Climate Analytics, Bill Hare, explica que los resultados del análisis que se presenta en el informe «demuestran que paquetes de estímulos a la economía verde tendrán un efecto fundamental en reducir las emisiones para 2030».
Hare advierte de los peligros de llevar a cabo políticas de recuperación de los combustibles fósiles, «como ya ocurrió después de la crisis financiera global de 2008», que estimularían la economía «a costa de las políticas climáticas que ya hemos logrado adoptar».
Desde el NewClimate Institute, Niklas Höhne, uno de sus fundadores, ha explicado en el mismo documento que la crisis económica posterior al COVID-19 «no reducirá la curva de emisiones, tan sólo retrasará su aumento».
«Los gobiernos tienen la oportunidad de desarrollar estos paquetes de estímulos para la economía verde que se enfoquen en infraestructuras y sistemas de energías más limpias», ha remarcado Höhne, citando los beneficios económicos, además de los sanitarios.
Hare concluye que la era pos-COVID-19 supone un reto, pero también una oportunidad «para mostrar nuestra capacidad de recuperación frente al cambio climático», e insta a los gobiernos a aprovechar este momento para «repensar nuestras infraestructuras críticas, aumentar los estándares y desarrollar soluciones innovadoras». Efe.