gregory castellanosPor Lic. Gregory Castellanos Ruano

«…Pero volcó tinta dorada el polizonte sobre una piel de escama y providencia. Pudiendo la sinuosa criatura resignarse.
Y un hueco del cielo, encendido en derroches
mostró su dientito de leche, la marginada santa. La culebra

(Meleck Vivanco, María: La culebra;en Los regalos de la locura, en revista La Guacha, Año 11, N° 29, Agosto de 2008, Argentina)

Oí de niño hablar sobre la existencia de una culebra gigantesca en la Loma Isabel de Torres: «la culebra gigante de la loma«, así le llamaban.Realmente no sé si era verdad o mentira la alusión que a su existencia hacían quienes de ella hablaban.Los datos llegados a mí al respecto son muy sueltos, muy vagos, apenas la reiterada mención.

Después que la vegetación sembró sus reales en ese tumulto geológicoen el que primero sobresale lo bautizado como Monte de Plata y luego como Isabel de Torres, en dicho tumulto geológico, por lo frondosa de aquella, siempre ha habido una especie de selva tupida, húmeda y obscura, entera (o, por lo menos, así parece serlo), aunque con tanta luz que le proporciona el Sol desde el Este y en la medida en que va corriendo su trayectoria no parecería ser así; quienes hemos subido a pie desde la falda hasta la cima de la loma cimera de Puerto Plata sabemos que con sus rayos el Sol inunda e impacta fuertemente dicha vegetación proporcionándole a esta laleitmotivde su existencia.

Al ser Puerto Plata una ciudad situada al pie de dicho gigantesco tumulto geológico, en la que sobresale su referida loma cimera Monte de Plata o Isabel de Torres, que constituye su frontera Sur, es probable que se haya razonado que así como gigante es la loma igualmente gigantes deben de ser las culebras que la habitan, que como distante se ve su cumbre haciéndola un ente aparentemente inaccesible igualmente gigantes deben de ser las culebras que la habitan. ¡…Todos los ingredientes mínimos necesarios para una leyenda…!

No es de dudar que así se haya originado el «mito«, si en verdad es tal;es muy posible que ese sea el origen de eso…Colón razonaba que por ser tan grande la loma que bautizó como Monte de Plata, la misma estaría muy poblada por indios y que debía de ser muy rica en oro y en plata… Se parece a ese tipo de razonamiento. Pero como todavía no se sabe si es verdad o es mentira que allí existe  –o existió-  una exponente de una especie gigante no podemos aseverar nada hasta que la duda sea totalmente despejada por investigadores que vayan directamente al terreno haciendo una exploración completa del mismo y, producto de ello, digan lo que encontraron.

No se hablaba en la época de mi niñez, pues,  de «las culebras gigantes de la loma«, sino de una «culebra gigante de la loma«.Por lo menos su mención quedó sedimentada en el imaginario colectivopuertoplateñoque la señala a través dedesplegados, pero cortos rumores que se han quedado flotando en el ambiente existencial puertoplateño.

¿Es esa mención el producto de que se tejieron leyendas y decires que penetraron y perturbaron de alguna manera el imaginario colectivopuertoplateño?

La inmensa mayoría nunca ha visto o nunca hemos visto algo (= nada hemos visto) que nos permita aseverar que la supuesta culebra gigante haya existido.

¿Mito urbano y/o rural de la Puerto Plata del trópico Atlántico donde su geografía más extrema con el mismo parece confundirse con lo ficticio?¿Forma parte de etéreos y atrevidos pensamientos en que se entreteje el mito y la realidad, la leyenda y la ficción, lo mítico, creando una especie de dimensión mágica y mítica de un pueblo? Lo cierto es que la mención en cuestión está matizada de misterio, hasta tal punto que se ha convertido por décadas en un icónico misterio que ha cautivado el consciente colectivo de casi toda la población puertoplateña que conserva sin adulterar ese decir que parece ser parte del mito y de la leyenda de un pueblo;  decir que es fascinante precisamente por parecer amasar la arcilla de algo mítico.

Es como si el decir mismo hubiese tomado la montaña como refugio. ¿O es su mención y la permanencia de dicha mención el producto, una consecuencia de la imaginación de «un lengua larga« puertoplateño iniciático de aquel decir?Todo es posible.Pero cada pueblo teje sus mitos.Y el «lengua larga« o los «lengua largas« muchas veces no andan orillados de ese proceso (que es universal), sino que, muy por el contrario, generalmente están en la raíz misma del asunto.

También parecería ser el reflejo de un miedo, de una angustia de que algo así pudiese existir en dicho tumulto geológico porque de existir sería un grave y enorme peligro eventual. Así es como algunos explican el origen de los mitos: fundamentando a estos en el miedo a algo.

La culebra es un animal que por el miedo que causa nos causa una fascinación tremendamente extraña a todos los seres humanos, salvo a aquéllos que no le tienen temor.Ese miedo existe tanto entre hombres como entre mujeres, pero como la adversión de éstas últimas a dicho reptil es máscorpóreo, gestual y expresivo se tiende a creer que todas las mujeres les tienen miedo a las culebras y ocurre que hay casos, si bien cuasi-excepcionales, en que he visto situaciones de mujeres que no les tienen ese miedo.Dicho miedo se interna, confundiéndose, en el largo discurrir del tiempo de la humanidad sobre el planeta.

La culebra surgió hace unos dos millones de años antes de la aparición del ser humano, al perder aquella o, mejor, al atrofiársele por innecesariedad de uso, sus patas: si uno observa con detenimiento un ejemplar de culebra de un cierto tamaño puede apreciar con facilidad dichas patas atrofiadas.

La culebra objeto del presente tema no puede ser  (¿no?) una megaculebra prehistóricacomo la de El Cerrejón, en La Guajira de Colombia (no en La Guajira venezolana); creo que jamás podría serlo, pues un monstruo de esa naturaleza y tamaño tan descomunal (muy, pero muy por encima de cincuenta pies de largo y varios metros de ancho) hubiese sido visto al producir cualquier desplazamiento: incluso se le hubiese notado desde la población misma al pie del Monte de Plata o Isabel de Torres por cualquiera que viese hacia el punto del tumulto geológico en que se produjese tal desplazamiento porque un monstruo semejante aplastaría toda la vegetación y follaje a su paso y quedaría como evidencia de su existencia un camino culebrero descomunal. En el Brasil actual hay relatos de serpientes enormes, gigantescas en el sentido literal del término, como la del esqueleto encontrado en El Cerrejón de La Guajira colombiana. Estamos hablando de culebras a cuyo lado una anaconda adulta es tan sólo «un niño bebé«: ello nos da una idea de a qué se está haciendo alusión.

Entre los científicos existe la teoría de que el tamaño de los megaanimales en la Tierra de la época prehistórica se debía a que el aire era totalmente puro, que casi era ozono.

Pero antes de seguir,precisemos: en realidad el decir se refiere a la loma colocada al lado izquierdo de la hoy Isabel de Torres y no propiamente a esta.A todo el tumulto geológico que corona el Monte de Plata hoy  Isabel de Torres los puertoplateños tienden a confundirlo completo con el nombre de Isabel de Torres cuando en realidad Isabel de Torres es el pico o punto más elevado de dicho tumulto geológico: las otras dos lomas a su lado,y unidas a ella, tienen sus respectivos nombres diferentes. Debido a esa confusión a dicho tumulto geológico se le tiende a llamar Isabel de Torres como comprensivo de las otras dos lomas también.

En la loma izquierda, vista desde la ciudad, se puede apreciar lo que parece ser un edificio con una cubierta metálica (¿de zinc?) que hace que la luz del sol refulja en dicha cubierta y se refleje hacia otros lados; la existencia de dicho edificio en ese lugar indica que hay forma de llegar y rodear los alrededores de la parte de atrás, que es precisamente donde específicamente se dice que «está« (¿?) dicha «culebra gigante« (¿?).

Ya viviendo el suscrito en Santo Domingo, Distrito Nacional, Peyi Estrada, en una visita que me hizoen el dos mil seis (2006) para una consulta profesional, me hizo recordar aquel decir (que creo que yo lo tenía tan enterrado en el disco duro mental que con sinceridad no lo recordé durante años muertos hasta que sostuvimos esa conversación y salió a relucir el asunto) sobre esa «culebra gigante« y según él escuchó supuestamente está en una gruta profunda que supuestamente forma parte de la porción trasera de la referida loma ubicada al lado izquierdo de la hoy loma Isabel de Torres, vista esta desde la ciudad de Puerto Plata (sería el lado derecho vista desde El Cupey).Peyi Estrada me contó en aquella reunión que habitantes de la zona dicen haberla escuchado «cantar como un gallo« y que supuestamente es de proporciones colosales.Supuestamente canta como un gallo con el propósito de atraer gallinas para engullirlas como alimento.

La afirmación de que supuestamente es de proporciones colosales apunta en dos direcciones posibles: o alguien la ha visto; o alguien ha apreciado los vestigios de sus rastros (= huellas de su desplazamiento y/o su cambio de piel).

Si reamente existe: ¿A qué se debería su tamaño desproporcionado? ¿Qué alimentación específica le ha permitido adquirir ese tamaño? Nunca escuché de que haya matado o atacado a un ser humano, tampoco escuché nunca que atacara vacas o animales de rebaño (pero esto último punto parecería apuntar hacia su inexistencia, pues un animal del gigantismo que se le atribuye necesariamente tendría que alimentarse también de animales que nosotros los humanos estimamos grandes).  ¿De qué especie es?   ¿Es acaso descendiente directa de alguna especie un poco más lejana en el tiempo que las culebras y serpientes ordinarias? ¿De qué color o de qué colores es?  ¿Está sola como sobreviviente de su especie?Habría que ver qué extraña especie es esta.Especialistas en Herpetología (= expertos en culebras y serpientes, y en anfibios) y especialistas en Espeleología (expertos en cuevas) y curiosos (no dañinos) tienen una cita allí para investigar y saber qué cosa realmente mora allí.La Herpetología es una rama de la Zoología que estudia a los anfibios y a los reptiles. La etimología del término procede del griego «herpeton« que significa «reptar». También existe la Criptozoología, la cual se dedica a investigar  los relatos sobre diferentes animales supuestos o raros que supuestamente tienen la común característica de que al parecer se han escondido de la vista humana para poder sobrevivir.

Veo desde hace unos dos (2) ó tres (3) añosque se ha activado el turismo senderista en los alrededores de la lomaMonte de Plata o Isabel de Torres y en esta,  por lo que ya que hay senderistas explorando en la loma Isabel de Torres, sería bueno que a algunos de éllos se le despierte la curiosidad y el interés por averiguar qué cosa hay de cierto sobre este decir que ha atravesado el tiempo, cuestión de que se den la vuelta por los alrededores de la parte trasera de la loma `La Julia` (que es como realmente se llama esa parte pegada a la loma Isabel de Torres) para indagar al respecto;  quizás alguno de éstos curiosos logre reunir más datos sobre el particular o quizás se logren orquestar «expediciones« de curiosos en saber si el asunto es mito o verdad.Quizás alguno de ellos descubra «el camino culebrero«  «dejado« (¿?) por dicha exponente que no sabemos si es mito o realidad.

El tema es fascinante por el halo de atracción y repudio que al mismo tiempo, por lo general, causa el ver culebras.Pero alguien tiene que desentrañar el misterio y esclarecer al respecto.En el ser humano es natural la propensión a determinar si una cosa como esa es verdad o es mentira.Si el asunto no fuera cierto por lo menos se habría hecho el esfuerzo por indagar.Tendríamos así noticias de la gruta o caverna en cuestión y de lo que pueda haber o hay en la misma.Los espeleólogos parecen haber heredado de los aztecas la fascinación por lo existente bajo tierra en una cueva, caverna o gruta. Pero parece que  esa fascinación es universal, pues a todos les atrae indagar lo que existe oculto en una cueva, caverna o gruta o lo que está bajo tierra.

Los senderistas, junto a aquéllos dos tipos de especialistas, harían un gran favor  indagando y recogiendo datos con mayor precisión y despejando, al final,la incógnita.  Así como en Brasil hay relatos del siglo XIX, del siglo XX y actuales de serpientes enormes, gigantescas en el sentido literal del término, las cosas no se pueden descartar a la ligera.

Si el asunto fuera cierto…«El camino culebrero« tendría que existir.

…La «posibilidad« (¿?)  de la existencia del animal en cuestión también causa fascinación aunque la misma suela ocultarse bajo la tez del miedo.

Hay toda una acendradacuriosidad y toda una creencia supersticiosa que gira alrededor de estos animales rodeados por ese halo del mito.

De mi etapa de niñez de cinco (5)  años hasta el año en que Peyi Estrada y yo conversamos, el dos mil seis (2006), han transcurrido unos cuarenta (40) años, de manera que si es la misma culebra estamos hablando de un animal que ya era adulto para cuando yo era un niño de cinco (5) años.En el caso de la especie, pues,  conozco sólo la tradición oral sobre su «existencia« (¿?); desconozco que haya dejado huellas ciertas como, por ejemplo, el follaje aplastado, la mudanza de su piel, heces fecales, etcétera, todo lo cual es característico en ese tipo de animal (es decir, en la familia de las culebras y de las serpientes).

Entre nosotros las culebras conocidas no son del tamaño que se le atribuye a «esa« (¿?) que ha originado una especie de mito a su alrededor.Siendo adolescente, en una de las visitas que hice a la finca de los Bordas en Los Mameyes para montar caballos, pude presenciar una culebra que había sido capturada por unas personas que venían bajando de una parte un poco más elevada, pero contigua a dicha finca: la culebra capturada tenía un tamaño de poco más de un brazo de un hombre y un grosor más o menos congruente con dicho brazo. En la cima de la Loma Isabel de Torres llegué a ver culebras pequeñas cuando andaba bregando con cuestiones de radiodifusión: las ví durmiendo cerca del transmisor de Frecuencia Modulada (FM) que tenía en dicha loma, y eran meras culebritas que buscaban combatir el frío durmiendo pegada al calor que irradiaban los transistores finales de dicho transmisor.

El «Censo de la Común de Puerto Plata conteniendo otros datos relativos a la misma y a la Provincia« de mil novecientos diecinueve (1919) al referirse a las culebras existentes en Puerto Plata dice: «Reptiles indígenas.-  Son bastante escasos en sus especies, pero muy multiplicados. Se conocen varias especies de culebras, todas inofensivas; hay una pequeña que los campesinos clasifican como víbora, escasa, y dicen que su mordedura es peligrosa;…« (Página No. 17)

Nada escrito de naturaleza objetiva, como el documento anterior,precede a la difusión de «la noticia« o del «dato« de la «existencia« (¿?) de esta supuesta culebra «gigantesca« que ocupa nuestra atención.

Pero hay una referencia a tiempos anteriores al año mil novecientos diecinueve(1919): «Cruzando las Ruinas del Convento (de San Pedro Mártir ad víncula.GC) y una extensa ciénaga nombrada Los Pocitos, se abría un transitado camino hacia el sur que conducía a Las Pozas del Violón. La corriente límpida y rumorosa de un claro manantial surgiendo de entre helechos  y florecidas trepadoras, rompía la monotonía de aquella esmeraldina eclosión de paradisíaca naturaleza. A pocos pasos de aquella fuente que tenía irisaciones de cristal, y en la base de un imponente talud que formaba la primera estribación de la Montaña Isabelina, se abría profunda y oscura una temerosa caverna. Leyendas estremecedoras señalaban este oscuro socavón como guarida de monstruosas serpientes o de seres infernales que presionaban el ánimo de los que por allí se aventuraban.« (González López, Felipe: Leyendas y Tradiciones Portoplateñas; Martín el Resucitado; 1955, Impresora «Arte y Cine«, Ciudad Trujillo, República Dominicana, página No. 35)

Los términos«Leyendas estremecedoras« y «monstruosas serpientes «…: ¿Explica el título de la obra («Leyendas y Tradiciones Portoplateñas«) semejantestérminos o referencias?

González López sitúa su narración en la época colonial española: ¿«Aquel««antro serpentario«,  qué fue de él?¿Serpentario o culebrero?   ¿Cuál sería el término correcto, sobre todo a la luz de lo que se dice en el citado Censo de mil novecientos diecinueve (1919) de que campesinos puertoplateños hablaban de un reptil supuestamente venenoso?  De esto último ser cierto vendría a contradecir la afirmación difundida entre nosotros de que no hay evidencia de que en esta parte Este de la Isla existiese serpiente venenosa alguna.

El relato del autor puertoplateñoFelipe González López guarda cierta semejanza con el siguiente: «En el Chocó llueve sin lástima, la selva es virgen en 1800 como en 1500, y las culebras se mueven como  raíces vivas de los árboles.« (Arciniegas, Germán: La vida de un poeta revolucionario en el siglo XIX; en Jorge Isaacs  Vida y Obra, en la edición de María hecha por el Grupo Editorial Norma de 1989, Bogotá, página No. 16) La diferencia estriba en que González López habla de serpientes en una caverna, en tanto que Arciniegas habla de culebras moviéndose por todos lados, esto es, a cielo abierto, no en una caverna.

En fin: ¿El espécimen en cuestión que nos ocupa: es mito o es realidad?¿Se habituó a permanecer escondido?¿Es, frente al hombre, un animal peligroso? (De ser del tamaño de las señaladas de El Cerrejón de La Guajira colombiana y de las de Brasil es lógico suponer que necesariamente sería un peligro frente al hombre) ¿Ha tenido descendientes?¿Porqué nada se habla de «descendientes« de ella?De tenerlos: ¿Cómo son? ¿Son iguales a ella o de menor entidad?Si acaso existió, ¿murió?

Hasta el día de hoy no se ha producido ningún hallazgo de huesos u otros vestigios o huellas concretas de su existencia.  Pero tampoco nadie ha hablado, que se sepa, sobre la caverna probablemente húmeda en que supuestamente ha vivido o vive dicho supuesto animal y en la cual debía de retumbar el siseo de semejante culebra, al amparo de un entorno de montes con sombría quietud.

No se avergüence Puerto Plata de hacer el análisis de esto que «pareceser« un mito tanto urbano como rural, pues, ¡total!…: todos los pueblos construyen mitos y leyendas…  No hay porqué avergonzarse porque esa mención de ese supuesto mega animal subsista todavía al día de hoy y de que alguien se atreva a sacarlo de la psique popular para hablar sobre él. ¡Total!: algo sublime, la célebre novela colombiana «María«, de Jorge Isaacs,  fue escrita por éste en un sitio con un nombre muy singular:  «…una novela que escribe por las noches, a la luz de una lámpara de campaña. Es María. El nombre del campamento, La Víbora.« (Arciniegas, Germán: La vida de un poeta revolucionario en el siglo XIX; en Jorge Isaacs  Vida y Obra, en la edición de María hecha por el Grupo Editorial Norma de 1989, Bogotá, página No. 29)