gregory castellanosPor Lic. Gregory Castellanos Ruano

Lo acontecido en Pedernales tras el asesinato de la pareja de esposos dominicanos a manos de haitianos es algo que el conocimiento de la Historia Universal nos enseña que no se trata de una experiencia irrepetible, sino que, por el contrario, se repetirá, que la veremos repetirse

A una guagüita anunciadora relativamente reciente la hemos visto en otras zonas o en otros motivos de conflictos…La misma guagüita anunciadora, el mismo espectáculo de esa guagüita anunciadora se vio en Chipre, se vio en Kosovo, se vio en Ruandha, se vio en Georgia, se vio en Ucrania, etcétera.

En todos ellos una guagüita anunciadora hizo el papel de anunciadora del comienzo, el papel de antesala…

Es una de las señales precursoras…

Masas poblacionales dominicanas han sido testigos y protagonistas de este acontecimiento.

Los días están llegando: eso es lo que anuncia aquella conocida mensajera.Mensajera en un país en el que todo está a punto de suceder y en el que hay indicios abundantes del horror que se avecina… Mensajera de cuando el conflicto aún no ha estallado…Mensajera en tiempos en que todavía no se ha malogrado totalmente la vida cotidiana, en tiempos en que esta todavía continúa con irresponsabilidad.

Con su presencia aparece una advertencia razonablemente severa y fundada, una admonición que nos recuerda aquellos precedentes históricos…

Una advertencia en la que el tiempo es el principal protagonista: el tiempo que nos permite ver vemos cómo se desenvuelven los hechos conformantes de un procesoinfrenable, ineluctable…

Hemos estado viendo un desfile vertiginoso de acontecimientos…

La presencia de la guaguita anunciadora es huella de fatalidad, de algo inexorable, de un transcurso que no puede detenerse…

Su presencia responde a tan sólo un día de cólera en `El Diario de los años de La Fusión` que se pretende por mentes insensatas.

Su presencia muestra las entretelas de la República Dominicana que se despeña gracias a la inconsciencia de quien le gobierna, inconsciencia que, aún a estas alturas del juego, no se le disipa en su cabeza y por ello sigue proverbialmente ajeno al desastre venidero.

Que todo transcurra con la normalidad de lo ordinario no significa que no sea visible quién hunde a la República Dominicana con los ardides de su impostura.

Ya es tendidamente amplia la secuencia de acontecimientos vistos, acontecimientos cuyos flujos no son imprevisibles, acontecimientos que, a su vez, anuncian una sucesión frenética de otros acontecimientos, con escenas vertiginosas de circunstancias sombrías reveladoras de un país al que se quiere hundido irremediablemente, un país cuyo actual timonel al parecer lo ignora todo, al parecer desconoce el futuro hacia el que irremediablemente lo estrella.

Si bien es cierto que él simula parecer ajeno a lo que está ocurriendo, también es cierto que su responsabilidad al respecto es grande, muy grande… ¿Cambiará su actitud cuando él sea sobrepasado por los acontecimientos de los cuales es portadora dicha guagüita anunciadora, cuando sea acelerado el estremecimiento colectivo, cuando se llegue al final explosivo?

La lectura de la noticia vino con los tradicionales párrafos que horrorizan y que transmiten la connotación del efecto de realidad porque ya otros pueblos han vivido la misma escena…

A la República Dominicana se le ha entregado a la desgracia y consejos nunca faltaron…

Esas escenas de masas populares que se amotinan, de esa turba que se levanta no es algo nuevo en la Historia, los precedentes aludidos son muy recientes y son muy claros y muy contundentes…