gregory castellanosPor Lic. Gregory Castellanos Ruano

Una Historia Cultural es una Historia de la sensibilidad de un pueblo. Esa Historia Cultural de Puerto Plata, es decir, esa Historia de la sensibilidad del pueblo de Puerto Plata no se ha hecho. Existe gran cantidad de material para su escrituración, pero hay un gran peligro en curso: en el transcurso de los años ocurren cambios en una sociedad y esos cambios pueden ser leves, moderados o profundos y dichos cambios producen impactos de pérdida de la memoria histórico-cultural.

Gran parte de la memoria histórico-cultural de Puerto Plata  está perdiéndose. A ello lleva el inexorable paso del tiempo, sobre todo si no hay personas dispuestas a tratar de conservar esa memoria histórica que producen los hijos de esa tierra.

Para que ello pueda ser apreciado de manera palmaria voy a citar un ejemplo: las novelas que escribió un puertoplateño, un hijo ilustre de Puerto Plata llamado Francisco Ortea (el mismo que fue el más enconado de los enemigos políticos del General Gregorio Luperón en Puerto Plata y, al mismo tiempo, el más ilustrado de ellos; no obstante el suscrito ser pariente de Luperón por la vía paterna de éste, ello no impide que abogue porque se reconozcan los méritos literarios de Francisco Ortea, pues ni amor ni odio deben de quitar conocimiento), escribió varias novelas: todas en el exilio: en Cuba publicó «Madama Belliard« ( en el año mil ochocientos setenta y nueve (1879)) y en Puerto Rico «La enlutada del tranvía« (en mil ochocientos ochenta y nueve (1889)) y «El tesoro de Cofresí«. Relativamente reciente encontré una antalogía cubana que corresponde a esa época y se extiende un poco más adelante en el tiempo y según las similitudes de nombres parecería ser que en la producción de Francisco Ortea hay una cuarta novela, pero falta precisar esto con la investigación detenida al respecto.

Esas novelas de Francisco Ortea han desaparecido en las sombras,  el olvido las ha sumergido en las sombras más profundas, de ellas ni los ecos moribundos resuenan al final del túnel, tienen años de época lúgubre, su resucitación ha sido ignorada sistemática e inexplicablemente.

De figura cimera en Puerto Plata, Francisco Ortea ha pasado a ser un gran olvidado en su propio pueblo (lo poco que se recuerda de él es de su actividad ensayística como político baecista activo y combativo),  su presencia es desapercibida, sus escritos, entre ellos esas novelas, son algo que prácticamente nadie recuerda ya.

Su memoria debe ser recapturada. Una sociedad cuya memoria cultural se diluye es una sociedad sin horizonte.

La novelística es una dimensión relevante de la creación cultural. Es una manifestación de las más altas creaciones del espíritu.

En el siglo diecinueve (XIX) escribir un puertoplateño varias novelas era producir rarezas literarias en medio de los desiertos del atraso y de la ignorancia, era una hazaña cultural, todo un suceso cultural, un suceso de primer orden, un acontecimiento capital de la cultura, en este caso de la cultura puertoplateña; fuese que dicha producción aconteciese en el territorio nacional o en el extranjero, esto último era y es irrelevante: lo que importa es la condición o calidad de puertoplateño del productor.

Por ello las novelas de Francisco Ortea son libros que requieren ser reeditados por su valor histórico-literario.

Ellas fueron productos de su torbellino intelectual y creativo, de su reino de fantasía, de alguien que amó la extraordinaria belleza de la creación literaria, de alguien que cultivó la escritura creativa, de alguien dedicado a la construcción novelesca, al poder seductor de la palabra, de alguien que ejercitó la libertad creadora, que hizo ejercicios de ficción, que buscó hacer una fabricación hábil en diferentes vertientes dentro de ese ámbito, de alguien que pensó dentro de las condiciones históricas (generales, regionales y locales) de su época, pues su ficción refleja de forma microscópica todos esos condicionamientos.

Puerto Plata, cuyo ícono es una montaña llamada Monte de Plata e Isabel de Torres e Isabelica, fue un pueblecito construido «a la orilla de la mar« y se están apreciando las costas desaparecidas de una perdida herencia.

La sociedades pueden apreciar el curso que ellas respectivamente hacen o trazan y lo pueden apreciar a través de las producciones culturales y muy específicamente a través de las  literarias. Por eso es tan importante que dichas sociedades puedan apreciar las manifestaciones culturales emanadas de sus propios hijos.

Las novelas de Francisco Ortea son importantes elementos de la historia literaria de la comunidad puertoplateña porque emanaron de un puertoplateño, ilustre por demás. Esas novelas son parte de los tangibles de la cultura de Puerto Plata. Siempre se ha dicho que lo creado por un miembro de un pueblo es algo creado por ese pueblo porque refleja la creatividad de ese pueblo.

Reeditando las novelas de Francisco Ortea,  Puerto Plata daría un gran paso: el de fomentar la exaltación, la difusión y la conservación de la riqueza literaria,  artística y cultural de la provincia de Puerto Plata.