´´Poemas para cada estación´´ es un libro de poesía escrito por Antonio Cruz Portes y que lo revela como un espíritu aristocrático y superior al que Dios ha puesto en su ser algo de especial.
El libro despierta grandemente la «curiosité litteraire«.
En un escrito introductorio de su hija Marlene élla revela el impacto del deslumbramiento que para él significó la lectura de ´´Tabaré´´ del uruguayo Zorrilla de San Martín para inclinarlo hacia la poesía, situación impactante aquella que no era para menos, pues Cruz Portes se encontró allí con la magnificencia de toda una catedral de columnas dóricas construída por la influencia de autores de altísimos quilates.
En efecto, en el prólogo de ´´Tabaré´´ se indica: «dejaremos que el mismo autor indique las luces que le alumbraron: “Las de Dante se distinguen, claras como un día de sol: las reminiscencias de Shakespeare parecen escritas en mis versos con tinta roja o azul, bien fáciles de tocar con mano son las influencias de Homero y Esquilo, que yo deletreaba con pasión, o adivinaba en traducciones deplorables; nada digamos de las de los clásicos castellanos, las de Cervantes sobre todo, que yo me sabía de memoria. ¿Y quién que tenga ojos deja de ver, como las vio Valera, no sólo las de mi Gustavo Bécquer, geniecillo amable y querido, sino también las fortísimas de Goethe, Schiller y Ossian, que hacían resonar mi recién nacido corazón, como un escudo, con los golpes de sus verbos inauditos y comenzaban a extirpar, en mi vocabulario, los adjetivos afónicos de la retórica?»«
Parece ser que ese impacto también significó un desafío para Cruz Portes, un desafío similar al que en el campo jurídico sintió el gran autor italiano de Derecho Penal y tremendo orador forense de dicha área del Derecho, Enrico Ferri, el cual al referirse a otros grandes autores y oradores forenses expresó: «…realizar tantos esfuerzos de habilidad y de destreza cerebral, los admiraba y decía para mis adentros: creo que no sería capaz de hacer una defensa así; esta capacidad que veo allí, ¡no puede correr parejas con la capacidad de mi cerebro!« (Enrico Ferri en su defensa del abogado Aurelio Candian.)
Yo lo entiendo perfectamente a Cruz Portes, pues dentro del género del cuento me sucedió exactamente lo mismo con el autor estadounidense Howard Phillip Lovecraft.
Los versos de Cruz Portes son versos libres, cargados de ideas transmitidas con lucidez, pues lo más importante de sus construcciones poéticas son los mensajes que transmite. Son Imágenes-Mensajes.
En su producción no hay rebuscamientos artificiosos rehuyendo, así, justamente de la odiosidad del artificio en este plano. No busca abrumar con el exceso del mucho floripondio.
No es un «fanático de la forma«, condición esta última en que el autor tenía o tiene que armarse de la honda paciencia extrema propia de un diestro jugador de ajedrez para usar la lira hasta que juzgase haber llegado al fin que se había propuesto.
La serenidad de sus sonetos, si acaso algún esfuerzo le implicó, envía el mensaje de que entonces oculta las huellas de su trabajo, de igual forma en que el artístico carpintero elimina el aserrín dejado por la sierra.
Un buen número de dichos sonetos están matizados por cierta sutileza sensual.
Con esa publicación sus «poemas clandestinos´´ han pasado a ser bañados por la luz para conocimiento y deleite de los lectores.
El libro revela que su autor se trata verdaderamente de un poeta, de alguien surgido para hacer magia con las palabras, con las expresiones, y que lo hace con una especie de rara y llamativa delicadeza.
Dichas expresiones no sólo denotan en su autor un espíritu reflexivo, sino también un conocimiento cultural de determinadas civilizaciones humanas. Así la delicadeza aparece engarzada y engalanada con ciertos matices de erudición.
Son construcciones propias de una persona madura, pues van desde el máximo esplendor de la vida hasta la sombra misma de la muerte.
Así como el poeta romántico conminado por la recurrencia del azul y del cisne (el Absoluto) que fue Rubén Darío; así como ´´el laberinto´´ en Jorge Luis Borges y ´´el cortinaje´´ en Edgar Alan Poe son elementos recurrentes, del mismo modo ´´la sombra´´ es un elemento recurrente en Antonio Cruz Portes, pues ´´la sombra´´ le arranca a su lira diferentes interesantes sonetos. …De ´´la sombra´´ paradójicamente construye soles refulgentes.
Antonio Cruz Portes es un ejemplo no sólo para los susceptibles, sino también para los insusceptibles que creen que la vida se limita al pan, lo cual traigo al recuerdo por aquello de que no sólo de pan vive el hombre.
Su producción poética es un elemento reflexivo para el espíritu humano y una lección para los puertoplateños con mentalidad encerrada en el laberinto de la mera materialidad de la simple y ordinaria supervivencia.
Es señal de que todavía Puerto Plata sigue pariendo vates. Sin lugar a la menor de las dudas su libro de poemas se trata de un artístico testimonio del genio poético puertoplateño.
…El tiempo pasa y ha sido incapaz de borrar a los vates puertoplateños, ha sido incapaz de borrar a la inspiración, a pesar de la terquedad innata de su discurrir. En ese lar siempre surgirán aquéllos que tomen la lira poética y le arranquen arpegios. Los sonetos que ocupan nuestra atención dan la impresión gloriosa del vuelo del águila de la leyenda. …Antonio Cruz Portes es un fabricante de versos que revela que la fábrica de versos puertoplateños no ha podido ser cerrada. …Para honra de Puerto Plata.