Para enfrentar los problemas políticos de la nación, el latrocinio, la impunidad y la corrupción, no basta encerrarnos en la tranquilidad y silencio de nuestras alcobas y clamar al cielo.
Lo leeremos hoy, y mañana…y tal vez durante todo el fin de semana. Nuestros amigos nos enviarán el audio e imágenes a nuestros celulares, correos y ……en Facebook, de los discursos encendidos pronunciados en honor a los Héroes de la Restauración.
Se exaltará el valor, coraje, decisión, entereza y fidelidad. El sentir patriótico de quienes se alzaron contra la España que dominaba por entonces en el suelo patrio.
No se tomará en cuenta clase social, si eran letrados o no, si luchaban con ropas raídas y descalzos, si comieron carne de burro, ni siquiera si apenas sabían manejar las armas de fuego o el arte de la esgrima.
Olvidarán muchos en sus discursos, que en esa Guerra Restauradora se luchó no solo contra el gobierno español, sino contra muchos malos dominicanos que contribuyeron durante años a la permanencia del dominio extranjero.
Porque a veces, los cielos nos dejan librar nuestras propias batallas, historiadores de entonces y de años posteriores no escribieron sobre alguna intervención de Virgen o de ángeles.
Sacerdotes, fieles, Obispos y monseñores rezaban por un lado pidiendo a Dios, el cuidado de los reyes, gobernadores y ejército español.
Mientras que los “guerrilleros” Benigno Filomeneno de Rojas, Lucas Evangelista de Peña, Benito Monción, Máximo Grullón, Federico de Js. García, Pedro Antonio Pmentel, Gaspar Polanco, también Pedro Freancisco Bonó, Gregorio Luperón, Ricardo Curiel, José Antonio Salcedo Santiago Rodríguez, José María Cabral y Ulises Francisco Espaillat entre otros, también alzaban sus preces espadas o machetes en mano, para que cesara la opresión, los abusos y la iniquidad en la tierra de Duarte, Sánchez y Mella.
Algunos malos gobernantes y funcionarios se olvidan, que tarde o temprano la justicia, la real Justicia los alcanzará. Que las presiones sociales continuarán en aumento. Que podrán blindar sus habitaciones y oficinas contra el ruido, para no escuchar el clamor de un pueblo con sed de justicia pero, nada en este plano de existencia es para siempre.
A través de la Historia lejana y presente de nuestros pueblos latinoamericanos, aprendemos a caminar más allá de los rezos.