De entrada quiero referirme a muchas de las cosas valiosas que los puertoplateños hemos perdido a lo largo de la accidentada historia de nuestra provincia, cuya economía ha tenido, como en todas partes del mundo, sus altas y sus bajas.
De este vaivén no han escapado ni los países del mundo desarrollado, incluyendo Estados Unidos, que a pesar de que ha perdido mucho terreno frente a China continúa siendo, sin lugar a dudas,la primera potencia económica del orbe.
Como resultado de los avatares que ha sufrido nuestro lar nativo, lo primero que perdimos fue La Isabela Histórica, donde se fundó la primera villa europea en América y la desaparición de Puerto Plata, a causa de la devastación ordenada por Osorio en 1505 y 1506.
Para ilustrar el aserto anterior, basta recordar la depresión de 1929 y la crisis hipotecaria del 2008 que zarandeó la económica de la gran potencia del norte.
También fue destruida por un incendio durante la guerra de la Restauración y después de ser capital de la República durante el Gobierno del General Gregorio Luperón, que se inició el 6 de octubre de 1879 y concluyó el 1 de septiembre de 1880, perdió ese alto honor.
Otra pérdida importante fue el ferrocarril que la unía a Santiago, el cual fue construido en el año 1897 durante el último gobierno de Ulises Heureaux (LilÍs).
Además se perdió la importancia que tuvo nuestro puerto durante muchos años, debido a que gran parte de las cargas destinada al CIbao y las que se exportaba desde esa región a muchos países llegaban o salían por los puertos de Santo Domingo y de Haina.
Otro golpe demoledor sufrido por el destino turístico Puerto Plata fue la desaparición de la primera oleada del turismo de cruceros, que se inició con la llegada en marzo de 1970 del buque “El Boheme”.
Otro zarpazo enorme fue la pérdida el año 2001 de la condición de principal destino turístico del país, después de ser el más pujante de República Dominicana, debido al abandono a que fue sometido y los errores cometidos por el liderazgo local.
Del mismo modo, tras ser la ciudad más industrializada a nivel nacional, perdió ese posicionamiento con la desaparición de la Chocolatera Sánchez, Molinos del Norte, La Conserva Dominicana, la fábrica de quesos y mantequilla de la Redondo, la fábrica de harina y macarrones, la Fábrica Nacional de Fósforos, sus ingenios Montellano y Amistad, los almacenes de procesamiento de café, cacao, maíz, la algodonera y muchos otros centros fabriles.
Además desaparecieron los Productos Sosua, la gran cantidad de bares, restaurantes, discotecas, boites, pianos bares, nights clubs, hoteles, el balneario, la Fiesta del Bote de Long Beach, los cines Apolo, Rex, Roma y el que funcionó en el Brooklyn Bar.
En fin, se perdió casi todo, incluyendo la condición privilegiada de sociedad culta, de tradiciones y de costumbres muy sanas y, lo más lamentable, la valentía que nos legaron Gregorio Luperón, Ulises Heureaux, Gregorio Urbano Gilbert, Antonio Imbert Barreras, Félix Gerónimo Escaño, Hipólito Rodríguez (Polo) y muchos otros bizarros puertoplateños.
De todo lo perdido a lo largo de más de más de 525 años de historia, desde la fundación de La Isabela hasta hoy, lo más grave es la pérdida del patriotismo a causa de la descomposición política que genera la impunidad y la inmoralidad que ha entronizado en el suelo patrio.
Ante ese estado de cosas, yo prefiero ser una perrita que no conoce los malos hábitos y comportamientos motorizados por inconductas vergonzosas de los políticos aniquiladoras de los valores patrios dignos e inspiradores.