Claudio Acosta
Periodistas.- A la mayoría de los periodistas nos gusta estar en el medio, ser parte de la historia que se escribe día a día, acontecimiento tras acontecimiento, y hasta es probable que en algún momento lleguemos a creer, falsa e ingenuamente, que con nuestras opiniones podemos influir en el curso de esa historia o en los resultados de su incesante devenir.
Y algunos se lo creen tanto, que llegan a convencerse a sí mismos y a los demás de que, ciertamente, es así, y terminan ganándose el grandilocuente calificativo de “líderes de opinión”.
Eso implica que, con mas frecuencia de lo deseable, se sobrevalore nuestra capacidad de influir sobre “el acontecer nacional” y sus protagonistas, llámese políticos, funcionarios, líderes sindicales, legisladores y paro de contar, que la fauna es tan numerosa y variada que no acabaría nunca.
Otra cosa es que, partiendo de esa falsa premisa, se nos quiera utilizar de condón para confundir a la opinión pública, como acaba de hacer el exsecretario de Prensa de la Presidencia Rafael Núñez, quien acusó a “periodistas adversos al PLD” de persuadir al Procurador General de la República, Francisco Domínguez Brito, de que inicie una persecución judicial contra el ingeniero Félix Bautista con el propósito de congraciarse con la opinión pública y mejorar así su posicionamiento en el electorado.
Que se quiera utilizar a los periodistas para desacreditar las acciones judiciales contra el senador por San Juan de la Maguana no debe sorprender, pues al fin y al cabo solo es otra forma de justificar la corrupción rampante que caracterizó los gobiernos de Leonel Fernández. Pero querer convertir en una reunión de conspiradores contra el expresidente las “espaguetadas” con las que Domínguez Brito ameniza los encuentros de acercamiento que celebra regularmente con los periodistas que cubren la Procuraduría, como sugiere Rafael Núñez, es francamente un exceso, pero sobre todo una soberana ridiculez