No es de ahora que escuchamos decir a muchos dirigentes políticos, candidatos presidenciales y hasta a presidentes en funciones, sobre la necesidad de fortalecer nuestras instituciones.
Entonces, cuando buena parte de la sociedad se da cuenta de esas debilidades y del tambaleo de las mismas y logra alzar su voz para denunciar, reclamar y exigir, muchos de los que hacen mutis ante ese descalabro son los primeros en criticar acremente esas manifestaciones.
Los sistemas democráticos crecen y se fortalecen con el tiempo.
Cierto, pero quienes detentan el poder político con ligeras excepciones dan muchas vueltas, hacen todo lo posible por mantener débiles y dependientes nuestras instituciones. Un simple ejemplo la Ley de Partidos Políticos que tiene años como una ola en nuestras cámaras legislativas.
Dentro de lo que en la literatura política se llama la “tercera ola democrática”, los países de América Latina y El Caribe, mantienen una lucha constante en la construcción de ciudadanía y el fortalecimiento de la democracia.
Esto incluye descentralización e independencia de los poderes del Estado.
No insinuamos de manera alguna que todo está perfecto, pero hay países que han avanzado mucho y otros, como es el caso de República Dominicana se encuentra en la clasificación dentro del grupo bajo, en función del grado de desarrollo de los Estados.
Cuando leemos que países como Brasil, Guatemala, Perú, Panamá, Argentina, Ecuador, El Salvador…suele investigar presidentes y ex vicepresidentes supuestamente ligados a actos de corrupción, se debe a la fortaleza de sus instituciones.
Se dice que en las dictaduras, los gobernantes creen estar por encima de todo al ser “ley, batuta y constitución”.
En sistemas democráticos como el que vivimos y en un régimen de derechos, nadie está por encima de la ley aunque pueda creérselo.
La llamada sociedad civil cumple un papel, retos y desafíos fundamentales en el despertar de los pueblos. La lucha librada por el 4% forma parte de la historia ciudadana.
La prensa, los que nos llamamos comunicadores y periodistas debemos hacer lo mismo. Es parte esencial de nuestro trabajo y responsabilidad con la sociedad donde nos movemos y somos.
Las aguas se aclaran solas al paso de la corriente. Si las aguas se estancan…entonces hay que hacerlas correr.