Las señales no vienen ni son al azar. Dentro de sus funciones, están las de avisar, dar a conocer algo, prever.
En el campo del movimiento vehicular, trenes, embarcaciones, para el mismo peatón, encontramos múltiples señales que nos activan y nos ponen sobre alerta.
Por igual, controlan la velocidad en áreas determinadas, el atraque o no en puerto, despegue de aviones y otras naves aéreas, estacionamiento o no en determinados lugares, en fin. ¡Ayudan!
Todos sabemos, lo que pasa cuando no hacemos caso a las señales del tablero o panel en nuestro vehículo. Combustible, aceite, temperatura, batería…
La Naturaleza misma, nos adelanta algunas señales en el caso por ejemplo de la lluvia, tormentas, huracanes y ciclones.
Señales claras que pueden variar los resultados.
Nuestro cuerpo también nos ayuda de manera inteligente, con las señales o síntomas que envía a veces, días y horas antes de ocurrir algún problema serio de salud.
Derrames Cerebrales e Infartos al Miocardio, por solo quedarnos con esos estados de salud en los que si hay descuidos y pérdida de tiempo, pueden ser fatales.
Las sociedades, los pueblos por igual, emiten señales de cómo se sienten con la gestión política de sus autoridades.
Perceptibles unas. Sutiles otras. Cada pueblo, en el marco de su cultura las ofrece.
De ahí, la agudeza y el buen juicio que han de tener y mostrar nuestras autoridades civiles y militares para decodificar esas señales sociales.
Descontento, sed de justicia, reclamos que pueden ser en forma de huelgas, movilizaciones, marchas, manifiestos, Editoriales, declaraciones de entidades empresariales, Cartas Pastorales, análisis por medio de artículos periodísticos o en programas de radio o televisión.
¡Háganle caso a esas señales!
Señales sobre préstamos, deuda, inflación, impunidad, corrupción, desempleo, abandono del campo, balanza comercial, señales de ausencia de efectivos planes sobre seguridad ciudadana que eviten los tantos “operativos”, señales de inmigración descontrolada o permitida.
¡Pare! Viene un tren. A veces se lee. Pero aunque vemos los rieles, no vemos el tren. Intentamos cruzar…y el tren nos impacta.
¡Hagamos caso a las señales de la sociedad!