Hoy no quiero hablar de campaña política ni de discursos politiqueros. Dejemos de lado los abrazos y las fundas, los besos y las promesas.
No escribiremos de encuestas, ni firmas ni pactos. Tampoco sobre declaraciones de jueces ni sacerdotes. Menos de posiciones de Belem y los pastores.
No hay inspiración para tratar sobre Zika, dengue, mosquito, leones gatos, jachos, antorchas –ni encendidos ni apagados- tampoco para escribir de presión ni depresión, visas, pasaportes, patrón, padrón o padrote.
No. No estamos en eso de congreso, queso y progreso. Puto y puntero debido, a que no es lo mismo gabela que favela, bizcocho que sancocho o velón que lambón.
No deseamos hacerles perder el tiempo leyendo de juntas, juntillas ni pandillas. Por igual, de veto, voto o botas junto a locotrónico, electrónico, seguridad, manualidad y casualidad.
Preferimos escribir, de una hermosísima actividad realizada este último sábado en horas de la tarde, en el Centro de Rehabilitación de Puerto Plata.
Aclaro. No fue una juramentación ni rueda de prensa para aclarar lo que ni el cloro puede aclarar.
Se trató de la presentación de una treintena de personas que fueron beneficiadas con una prótesis para uno de sus miembros inferiores.
Un acto hermoso donde se respiraba amor y agradecimiento.
Una actividad donde por la sonrisa dibujada en los rostros de los beneficiados, familiares, directivos y empleados del Centro, así como del público asistente se podía –sin ser adivino – conocer la inmensa dicha y satisfacción que se respiraba cuál lluvia de bendiciones que horas más tarde se trocaba en aguacero sobre la ciudad y campos de la provincia.
A todos y todas del Centro de Rehabilitación de Puerto Plata, que continúen su altruista y encomiable labor en provecho de todos.