gregory castellanosPor Lic. Gregory Castellanos Ruano

En el año dos mil diecinueve (2019) se realizó una actividad gremial en San Pedro de Macorís. Dicha actividad gremial fue encabezada por el Presidente del Colegio de Abogados en los pasillos y en el recinto de un tribunal del Palacio de Justicia de San Pedro de Macorís.

La actividad en cuestión consistía, como en efecto consistió, en que el Presidente del Colegio de Abogados y una turba de abogados penetraran al recinto judicial referido vociferando: «La Justicia, unida, jamás será vencida.« «La Justicia, unidad, jamás será vencida.« «La Justicia, unidad, jamás será vencida.« En fin: la expresión en cuestión reiteradamente, incesantemente repetida rompía el silencio monótono, pero solemne propio de un Palacio de Justicia, y en su lugar se oía estrepitosamente el bullicio y el tumulto originado.

Quien hubiera escuchado semejante clamor hubiera creído que aquél grupo humano había ido a hacer eso para reclamar Justicia a favor de la víctima de un grave agravio. Pero dicho grupo encabezado por el Dr. Miguel Alberto Surún Hernández no se congregó allí para pedir Justicia a favor de la víctima de un grave agravio. Dicho grupo, de manera planificada y bajo la dirección del Presidente del Colegio de Abogados, se congregó allí para todo lo contrario de ir a solidarizarse con la víctima de un grave agravio. Dicho grupo congregado allí y paseando los pasillos de dicho Palacio de Justicia e ingresando al recinto del tribunal referido, paradojalmente, fue a brindarle apoyo al victimario de un hecho gravísimo que lesionó la integridad física de una mujer víctima de un ataque violento en su contra de parte de su esposo, el cual abusaba frecuentemente de élla tanto psicológica como físicamente. Producto de golpearla con sus manos y luego herirla con un puñal, a la par de herirla psicológicamente con fuertes palabras hirientes, dicho esposo de la víctima logró inferirle a ésta una serie de heridas sangrientas que fueron la gota que rebosó la copa de la paciencia de la esposa víctima, pues a consecuencia de dichas heridas de arma blanca la esposa víctima procedió, harta ya, a querellarse contra su violento esposo agresor.

En San Pedro de Macorís la víctima era conocida por su afabilidad y educación y era grandemente apreciada entre quienes le conocían; por el contrario, su victimario era detestado por sus groserías y por el manifiesto y descarado maltrato que le proporcionaba a su esposa.

El nombre de la víctima contra quien el Presidente del Colegio de Abogados y una turba de corifeos se prestaron a pedir «Justicia« de la forma supra referida: era Anibel González: una joven abogada contra la cual enfiló el Presidente del Colegio de Abogados, contra la cual enfiló el Colegio de Abogados. Es decir, en vez del Presidente del Colegio de Abogados y «su« Colegio de Abogados enfilar contra el maltratador, el golpeador y el heridor de la mujer abogada víctima del ataque sanguinario, los mismos enfilaron contra la mujer víctima abogada pidiendo colocar a la Justicia a favor del agresor y en contra de dicha mujer víctima abogada.

En vez de proteger los intereses de dicha mujer víctima abogada el grupo en cuestión, bajo la dirección referida, procedió a proteger al sanguinario agresor de dicha mujer víctima abogada; es decir, procedió a atentar contra la tutela judicial efectiva que debía de amparar a dicha abogada.  O, lo que es lo mismo, el Presidente del Colegio de Abogados y «su« Colegio de Abogados procedieron a amparar a un `no abogado` y a desamparar a una abogada víctima de múltiples puñaladas por parte de su esposo agresor.

Poco tiempo después de esta paradoja, específicamente el Sábado treinta y uno (31) de Agosto del dos mil diecinueve (2019), se produjo el asesinato de Anibel González a balazos a manos del referido indebidamente amparado por aquel tropel desplegado: su esposo agresor inmediatamente éste recuperó la libertad. Esa fue la secuela de una actividad gremial en solidaridad con un no abogado y, correlativamente, en contra de una mujer abogada matriculada en el Colegio de Abogados.

Al viento fueron echadas las campanas para sonar por la abogada Anibel González convirtiéndose su historia en icónica como parte de la estela del deslave, como parte de una saga con temeraria lógica extraña. La historia de lo ocurrido con la abogada Anibel González es perturbadora y desgarradora, sencillamente perturbadora y desgarradora.