PUERTO PLATA.-Viejos y nuevos problemas no resueltos por las autoridades podrían reaparecer con rostros de peligrosas amenazas que podrían dañar el eventual turismo de cruceros que gesta el Gobierno del Presidente Danilo Medina a través de Autoridad Portuaria Dominicana (APORDOM).
Como se sabe, la Dirección de APORDOM, a cargo de su Director Víctor Gómez Casanova ha puesto en marcha un proceso de licitación para que el sector privado que la gane construya una terminal de cruceros y de cargas en nuestro puerto.
Muchas cosas quedaron sin respuestas durante la vista pública efectuada por la Dirección de Autoridad Portuaria Dominicana el pasado 20 de abril en el Salón de Festejos Alquileres F, John, sobre el Proyecto de Construcción de una Terminal de Cruceros y Pasajeros.
APORDOM ha prometido que el proceso de licitación estará terminado en el mes de junio y que la construcción se iniciará casi de inmediato y que el proceso de construcción de esa importante obra culminaría a más tardar en 18 meses, por lo que estará terminada en el primer trimestre del 2020.
Lo inminente de la entrada en operación de dicha terminal marítima debiera obligar a las autoridades a comenzar a dar todos los pasos necesarios para resolver una serie de problemas que existen en el entorno a la bahía de Puerto Plata y más allá.
Las interrogantes no respondidas se refieren a asuntos de extrema importancia, que no pueden ser soslayados, porque si no se solucionan pueden gravitar negativamente en la operatividad exitosa del referido proyecto.
Entre las interrogantes que no recibieron respuestas durante la vista pública realizada por Autoridad Portuaria Dominicana (APORDOM) están los derechos adquiridos de los obreros portuarios, los cuales demandan una garantía escrita.
El Presidente del Sindicato Portuario y de Arrimo (SINEPOA), Luís Oscar Gilbert, al intervenir en la citada vista pública demandó del Gobierno del Presidente Danilo Medina que se garantice mediante un documento escrito sus derechos, para evitar problemas futuros.
De su lado, el Presidente de la Federación de Juntas de Vecinos del municipio de Puerto Plata, Juan Álvarez, reclamó la reubicación de los moradores de Playa Oeste y Nuevo Renacer, para poner fin al calvario de miles de residentes en dichos sectores.
Otra inquietud externada por Álvarez en la mencionada vista pública se relaciona con el traslado a otra parte donde no contaminen de las dos generadoras eléctricas que operan en el extremo nordeste de la bahía de Puerto Plata.
Tampoco quedó bien claro quién asumirá el costo de la construcción de la terminal para las embarcaciones pesqueras que se les ha prometido a la Asociación de Dueños de Barcos Pesqueros y al Sindicato de Pescadores de Puerto Plata.
Si ese espigón quien lo construye en definitiva es el sector privado que gane la licitación para la construcción de la terminal de cruceros y cargas y la concesión para operarla por 30 años, ¿no se le cobrará una suma de dinero a por atraque a cada embarcación pesquera?.
¿Cuál será la modalidad de ese cobro a los barcos pesqueros? ¿Ese cobro por derecho de atraque, será por libra? ¿Será por el tiempo que duren amarradas a la terminal? ¿O será por el tamaño de cada embarcación?
Todas esas interrogantes tienen que recibir respuesta clara, precisa y contundente de la Dirección de APORDOM y, en última instancia del Gobierno central para evitar que se desencadenen conflictos en el futuro que afecten la operación de la terminal.
Asimismo, hay que prestar atención a las 19 problemáticas que el Capitán del crucero Caribe I demandó que debían ser resueltos para evitar el retiro de los cruceros que tocaban el puerto local desde el año 1970 hasta su retiro al final de la década de los años 80.
Entre esos problemas estaban el asedio a los cruceristas y tripulantes de los cruceros de la primera oleada del turismo marítimo que tuvo el entonces incipientes destino turístico de Puerto Plata por parte de vendedores, guías prácticos y prostitutas.
La confrontación entre dueños de autobuses y turoperadores, los niños que se tiraban al mar cerca de los cruceros para que le tiraran monedas, exponiéndose a ahogarse o a que los atacara un tiburón, un pez martillo (tintorera) o una barracuda (Picúa).
Del mismo modo, hay que evitar que se produzcan situaciones que, por no ser resuelta a tiempo, se convierten en conflictos como el que dio lugar a que uno de grupo de guías le rompiera la mandíbula con una manopla a un oficial del crucero “Southward”.
Tampoco se construyeron en las inmediaciones del puerto tiendas de regalos, bares, restaurantes y tiendas de ropas, calzados, carteras, joyerías y otros tipos de negocios con ofertas atractivas para los cruceristas y los tripulantes de los cruceros.
Todos los problemas mencionados y otros fueron el detonante que orilló al turismo de cruceros poner pie en polvorosa, cogiendo la de villa diego, durante el turismo marítimo casi 30 años para retornar a Puerto Plata por la terminal Amber Cove de Maimón.
Lo que está en juego no es cualquier cosa, sino una actividad productiva que puede generar a Puerto Plata millones de dólares o de pesos, por lo que hay que aplicar todas las medidas necesarias que garanticen que todo marchará de manera satisfactoria.