Melvin Mañón
Haber ganado las elecciones en EEUU puede reputarse como una verdadera hazaña aun incompleta hasta la toma de posesión, si es que llegamos a ese punto como he indicado durante meses.
Donald Trump, según el veredicto de las autoridades norteamericanas, ganó según quien cuente 306 o 290 votos electorales contra 232 de Clinton. Lo impresionante no es haberlo ganado sino lograrlo teniendo en contra a todos los periódicos y medios de comunicación importantes del país.
Lo extraordinario es haberlo logrado a pesar de que muchos de los principales dirigentes del Partido Republicano no hicieron campaña a su favor o la hicieron abiertamente en contra. Lo singular es haberlo conseguido no obstante su falta de experiencia, su discurso irreverente y con frecuencia antipático a las corrientes que postulan y se adhieren al discurso políticamente correcto.
Lo increíble es haber hecho una campaña política empleando apenas una fracción del dinero invertido a favor de la señora Clinton. Lo fundamental y trastornador es que Trump conquistara el voto de unos 60 millones de personas desde una plataforma que por un lado repudiaba y desautorizaba al establishment y por el otro capitalizaba en las pasiones y prejuicios de una parte de ese electorado.
Y lo perturbador es que, tanto como las pasiones que desató a su favor, está el odio de los que se posicionaron en contra.
Durante los meses de campaña electoral en los Estados Unidos favorecí a Trump y aunque admití la posibilidad de que pudiera ganar la votación siempre dudé de que ese mismo establishment lo dejara pasar. En numerosas ocasiones dije que si era necesario procederían a asesinarlo como ya han hecho con otros presidentes.
Pues bien, hay tres señales o indicadores poderosos que sugieren que el presidente electo no necesariamente llegará a ser presidente:
1.- Ha habido llamados abiertos e institucionales para que el 19 de diciembre los electores de los colegios voten en contra de Trump y en contra del mandato de los electores de dichos estados. En el día previsto para que los colegios electorales confirmen con su voto la adhesión de los estados al voto mayoritario de sus ciudadanos se está pidiendo que no lo hagan. Este llamado ni siquiera fue enarbolado cuando Al Gore ganó el voto popular pero perdió las elecciones a causa del fraude electoral en su contra en La Florida.
2.- Ahora JillStein y otros han demandado el recuento de votos en varios estados con la intención de modificar los números finales y si lo lograran entonces quedaría modificado el número de colegios electorales ganado por Trump lo cual podría abrir una brecha “legal” para proclamar a Clinton y despojar a Trump que ya fue declarado ganador.
3.- El presidente saliente Barack Obama ha estado, desde el primer momento pautándole a Trump los compromisos que debe respetar en una actitud extraña y hasta donde yo sepa sin precedentes.
El discurso de Obama, en varias ocasiones ha parecido equivalente a una camisa de fuerza que el presidente saliente quiere ponerle públicamente al presidente entrante.
De todo lo anterior se pueden colegir dos conclusiones:
Una: que el estalbishment está teniendo éxito en armar la conjura mediante la cual, apoyándose en fuerzas supuestamente liberales, democráticas y progresistas persiguen impedir que Trump pueda asumir la presidencia. Aunque esa propuesta parece apoyarse en la gente común y corriente en realidad es auspiciada y seguramente financiada por el establishment.
Otra: que antes de asesinarlo como he creído que terminarán haciendo, están lanzando “simuladores” o globos de ensayo a ver si pueden contrariar el mandato de los votantes, alterar la tradición y subvertir el ordenamiento resultante de las voluntad expresada el 8 de noviembre.
Esos globos de ensayo han sido necesarios porque, la conjura del establishment no tiene antecedentes probados, están navegando en aguas desconocidas y temen, comprensiblemente, desatar una crisis de marca mayor que pudiera salirse de las manos a todo el mundo.
Los que adversan a Trump están convencidos de que cualquier cosa es mejor que dejarlo ser presidente. Aunque hay mucho prejuicio involucrado, aunque la irreverencia de Trump alimenta esos prejuicios, lo cierto es que detrás de todo y de todos está el establishment y ese, no los idiotas que han salido a la calle, si tiene mucho que perder.
Veremos que pasa en las próximas semanas.
Como quiera, Estados Unidos está abocado a turbulencias tanto si dejan pasar a Trump como si tienen éxito en prevenir su ascenso.