I
En hecho escribió cuasi poemas en su Diario,
a ellos hoy honores cuasi divinos les rinden los literatos,
pues se trata de honores que van mucho más allá de lo meramente humano.
II
Llegado a la Bahía a bordo de La Pinta,
Colón,
caudillo de la expedición,
de su creación
dos nombres brillantes allí pintó:
a la montaña le llamó «Monte de Plata«
y al puerto natural lo llamó «Puerto de Plata«.
Poco faltó para que el Río San Marcos
se llamase «Río de Plata«.
III
¿Porqué en su neo-adánico ejercicio
al Río San Marcos no lo bautizó
con el nombre de «Río de Plata«?
¿El patronímico no llegó
porque su agua no la vio argentada
como para bautizarlo «de plata«?
¿No le vio alguna capa de plata
o, a lo menos, tan siquiera una brizna de plata
como las volutas de los nimbos de plata
que desde la Bahía vio posados en abundancia en el «Monte de Plata«?
¿Aún en su cólera disminuida tenía apariencia impura
incompatible con la naturaleza encumbrada de la plata
por claras manifestaciones lodosas
y de escombreras vegetales verdosas
de alguna posible reciente resaca
visible en su boca?
Porque no exhibía sus mejores galas
para recibir un refulgente nombre «de Plata«:
en fin, de momento desde la Bahía no lucía como una joya de plata.
IV
Si, en vez de San Marcos,
con el nombre de «Río de Plata« lo hubiese bautizado
de seguro en el futuro
medidas se hubiesen adoptado
para evitar que dicho río
a manos de generaciones posteriores resultase diezmado,
como en efecto fue asesinado, aniquilado.
V
…Parece que en América
por poco nosotros los puertoplateños
estuvimos a punto de tener un «Río de Plata«,
antes que Argentina tuviese su «Río de La Plata«.