Monseñor de la Rosa y Carpio pronunció un discurso lleno de sabiduría durante la graduación de mi hija Patriamía en la casa San Pablo donde contó una fábula que me llevó, supongo que a los demás también, a una profunda reflexión.
El sacerdote contó que un niño recién graduado de bachiller le dijo a su padre que deseaba estudiar una carrera que lo hiciera rico rápidamente. El padre, después de pensarlo bien le dijo que en realidad no existía ninguna profesión que le diera fortuna velozmente.
Dos cosas dejan mucho dinero, le comentó el padre a su vástago: El narcotráfico y la política. Y se debes escoger entre ellas, te recomiendo la política.
Pensé: los narcotraficantes por lo general mueren jóvenes porque alguien los asesina, y en el mejor de los casos terminan en la cárcel. Lo mejor es la política, pero no como ciencia, sino como negocio, como en el Partido de la Liberación Dominicana o el Partido Revolucionario Dominicano, para solo citar dos casos.
¿Para qué estudiar?
Un amigo me dijo: ¡El hijo mío que estudie medicina lo mato! Otro que estaba cerca le gritó: ¡Y magisterio también!
Es mejor inscribirse en el PLD y hacer “carrera política” hasta alcanzar algún cargo importante en el Comité Central hasta llegar al Comité Político donde el dinero –por millones- llega como por arte de magia.
Los dirigentes de la mayoría de los partidos no han estudiado, apenas un bachillerato. Muchos que fueron a la universidad se graduaron a duras penas gracias a las posiciones que lograron en el “Consejo Universitario” y en los grupos estudiantiles. (En la UASD se atrincheraron durante muchos años oportunistas, trepadores y vividores, que terminaron en los partidos)
¿Para qué estudiar en un país donde los valores del éxito son la política, el narcotráfico, el deporte (béisbol) y la belleza? (Prostitutas que se exhibe en la televisión, en el cine, en los bancos y en cualquier oficina pública hasta alcanzar la categoría de “chapeadoras”)
Cientos de jóvenes con doctorados hechos en el país y especialidades o post grados en el extranjero se ven en la necesidad de emigrar o quedarse en Estados Unidos o Europa por falta de oportunidades porque no están inscritos en el PLD o no son hijos de los funcionarios que estudiaron becados, con una botella adicional de cinco o diez mil dólares.
¿Para qué estudiar o trabajar dignamente en un país con 300 mil botellas en el Estado?
¿Para qué estudiar cuándo el congreso está lleno de “analfabestias” con bancas de apuestas, (riferos), narcotraficantes, “gaseros” (dueños de plantas de gas) que militan en los diferentes partidos políticos? ¡Muchos diputados, senadores, alcaldes y regidores no se han leído un libro nunca en sus vidas!
¿Para qué estudiar si los partidos en su mayoría son grandes, pequeñas y medianas empresas? El PLD es la mayor fuente de enriquecimiento del país a tal punto que su Comité Político constituye el grupo económico más poderoso del país.
El Estado está en manos de “profesionales de la política” que solo miden resultados económicos personales. No son políticos, son empresarios de la política.
La ciencia, la tecnología, el estudio, el trabajo, la honestidad, son valores que el PLD sustituyó por la corrupción y la impunidad con el propósito de perpetuarse en el poder. ¿Para qué estudiar en un país donde los médicos son tratados como animales, dónde un burro político tiene mejor salario que un maestro, dónde el ingeniero que construye una escuela termina suicidándose porque el gobierno no le paga? Díganme, ¿para qué estudiar en un país como el nuestro?