SANTO DOMINGO. La violencia y desestimación de las mujeres en el mundo es un problema que atañe a toda la sociedad y para solucionarlo es necesario re-aprender lo que nos han enseñado y cambiar el discurso por uno de tolerancia y unión.
En el Día Internacional de la Mujer llega al país la doctora Nancy Álvarez con la charla “Empoderarlas no es suficiente”, en el centro de Convenciones de Sambil, donde podrás aprender qué hace falta para que hombres y mujeres convivan en armonía.
—¿Qué podemos esperar las mujeres en esta charla?
Las mujeres tienen que esperar mucho. Pero no quiero que vayan solas, quiero que vayan con sus esposos, amantes, compañeros, o su novio. Cuando yo comencé a hablar sobre la importancia de ser mujer, sobre ser independiente, al menos en mi país habíamos muy pocas mujeres en el aula; hoy hay más mujeres que hombres en la universidad. No estoy arrepentida de lo que hice, pero sí de haber olvidado algo muy importante: si esa mujer es heterosexual, tenemos que preparar al hombre para poder vivir con ellas.
Nos olvidamos del hombre y hemos creado este caos. ¿Cómo podemos arreglarlo? Tenemos que trabajar con el hombre, pero no solo con el hombre, con las iglesias, la sociedad, los periodistas, los medios de comunicación, con una educación sexual de verdad, integral, impartida por personas que sepan. Apenas comenzamos, no nos podemos dormir con que empoderarlas es suficiente.
—¿Por qué no es suficiente?
Los estudios demuestran que a medida que la mujer se ha ido empoderando han aumentado los feminicidios, los divorcios, los trastornos del deseo sexual, la violencia intrafamiliar y un gran etc. No quiero decir que no era importante la revolución feminista. Era necesaria y apenas comienza. Es que no la hemos terminado.
Tampoco quiero decir que el hecho de empoderar a la mujer sea malo, jamás. Por ahí teníamos que comenzar, pero no solamente con esto. Y lo dice una mujer que ha empoderado a muchas mujeres en el mundo.
—¿Qué mensaje quieres transmitir?
Básicamente que nos olvidemos de que hemos terminado con la mujer y tengamos muy pendiente que apenas hemos empezado con el hombre, con la sociedad, con las iglesias, con los medios de comunicación. Incluso con muchas mujeres que se sienten ‘dizque’ empoderadas y se han vuelto agresivas porque quieren ser hombres, invadir el espacio del hombre. Está bien que nosotras tengamos derecho a educarnos y hacer todo lo que ellos pueden, pero no somos hombres y eso está afectando a la sexualidad y a la pareja.
—¿Cómo definirías a una mujer empoderada?
Fíjate, yo nunca he usado esa palabra. A mucha gente le gusta, pero a mí me parece tonta porque no es darle poder a la mujer, es enseñarle a amarse a sí misma, a respetarse, a exigir que la traten como un ser humano con los mismos derechos que un hombre y cualquier ser humano sobre la faz de la tierra, a sentirse orgullosa de ser mujer, a ser tierna, a ser cariñosa, a ser mamá, a ser esposa, a ser lo que ella es. Porque empoderar a la mujer no es ponerla a pelear de tú a tú con el hombre, eso no deja nada. Es crecer, es desarrollarnos, es ser mujeres completas, totales, dejar atrás a la mujer tradicional y la mujer en transición, irnos de una vez por todas a la mujer del futuro.
—¿Realmente podemos afirmar que la mujer del siglo XXI está empoderada?
Yo diría que no. La mayoría de las mujeres del siglo XXI, aun las que hemos logrado muchísimas cosas -como fama, ganar más que los hombres o igual, ser conocidas y respetadas como profesionales- hemos intentado ser buenas madres, nos hemos educado, tenemos doctorados, maestrías, pero eso no es solo lo que la mujer del siglo XXI debe lograr.
No creo que esté empoderada, pasamos de una mujer tradicional a una mujer en transición. La mujer del futuro está orgullosa de ser mujer, sigue siendo mujer y no usa lo que ha logrado en la sociedad para machacar, maltratar y vengarse de los hombres. A la mujer del siglo XXI no la veo por ningún sitio, la ando buscando.
—¿El poder asociado a una mujer implica soledad?
Claro que sí, porque nunca podemos ver una relación importante, como una relación de pareja o una relación de familia, que es una relación significativa, mezclada con el poder. Cuando el poder entra en una pareja (él quiere tener el poder y ella está peleando por el poder) el deseo se va por la ventana y ella o él terminan con un amante o divorciándose.
No me gusta la palabra porque el poder habla de política, como si yo tuviera más fuerza que tú y estamos hablando de que la pareja es un baile donde tenemos que bailar sin pisarnos los pies. El poder está en la relación, no él sobre ella ni ella sobre él. Cuando una mujer está tan decidida a tener el poder, eso implica soledad. Porque ningún hombre y ninguna relación se pueden sostener así, ninguna familia va a funcionar. Realmente, la mujer que anda buscando empoderarse y tener poder posiblemente se quedará sola.
¿Hablamos de empoderamiento sexual, económico o intelectual? –Empoderamiento sexual.Tú no lo puedes tener a menos que creas que tener empoderamiento sexual es poder usar un vibrador y masturbarte sola en tu casa. Para que haya una relación de amor, un vínculo, un afecto, un deseo sexual y una sexualidad que funcione el poder no debe andar por ahí. Es algo entre iguales, entre personas que se aman.
–En lo económico. Muchas mujeres creen que porque ganan más dinero que ellos tienen que llevar la voz cantante. Nada más estúpido. El dinero, si no se maneja bien, puede hacer mucho daño en cualquier tipo de relación. Y cuando el dinero lo tiene la mujer, peor se pone la cosa porque el hombre empieza a sentir que él ya no es el proveedor de las tres “p” que le hemos impuestos: protector, proveedor y preñador. Tenemos que salirnos de eso. Entre los dos hay que buscar el dinero. Puede ser que en un momento lo tengas tú y en otro momento él, pero los dos deben estar dispuestos a luchar si hay un problema económico para salir adelante y no usan el dinero para manipular la relación.
– El empoderamiento intelectual funciona mucho menos. Una mujer que esté intelectualmente muy por encima del hombre no va a tener de qué hablar con él, se va a aburrir y esto va en contra de que la pareja sea igual. Sí, necesitamos un hombre que intelectualmente esté a la par de nosotras, y viceversa.
¿Qué nos falta todavía para convertirnos en mujeres empoderadas, lídereres o poderosas? ¿Quizás más confianza en nosotras mismas? Nos falta convertirnos en la mujer del futuro. Y la mujer del futuro puede ser una líder, pero no tiene que ser poderosa. Y puede ser poderosa pero tiene que manejarlo muy bien porque eso puede dar al traste con todo lo demás en su vida. Confianza en sí misma es lo único que necesita, porque eso significa autoestima y madurez, y de eso sí necesitamos un montón. Haber crecido emocionalmente es lo que necesita una mujer para de verdad ser una mujer del futuro, no una mujer empoderada que no es lo que necesitamos y los numeritos ya lo demostrarán en mi charla.
¿Cómo tiende a ser la actitud del hombre dominicano frente a las mujeres empoderadas?
Realmente el hombre dominicano, igual que casi todos los hombres machistas, no quieren mujeres empoderadas al lado porque no saben qué hacer con ellas. El hombre ya no sabe si le puede abrir la puerta del carro o regalar flores porque hay mujeres que ni siquiera quieren que les manden flores. Y yo confirmo y afirmo que detrás de todos los feminicidios de nuestro país están todas estas mujeres ‘dizque’ empoderadas. El hombre tiene que cambiar, la sociedad tiene que cambiar y este es un proceso que no pueden hacer ni la mujer ni el hombre solos.
¿Qué costará el empoderamiento de la mujer y que la sociedad lo acepte?
Ese empoderamiento ha llevado a una subida de la violencia, más divorcios, trastornos del deseo y la destrucción de la familia en muchos casos. Tenemos que replantearnos lo que hemos hecho. Ver lo que es bueno y qué nos falta por hacer. Eso no es fácil, tenemos que contribuir todos a que la sociedad acepte a una nueva mujer, la del futuro, no una empoderada. Yo creo que decir eso de por sí nos pone de nuevo en el problema, no lo soluciona. Por eso considero que esta charla es un cambio de paradigma, es ver esto de otra manera, muy diferente a como se lo han vendido a la gente.