Ramiro Francisco
La reacción al saberse que a determinado dirigente o funcionario político le retiran la visa de los EEUU, siempre es, que esa persona está presuntamente ligada a actividades corruptas.
Hay muchos pataleos y explicaciones, pero al final existe como una sutil contentura entre la ciudadanía de que al menos, se le ha hecho un señalamiento moral debido a la inexistente o débil acción de la justicia de muchos países latinoamericanos incluyendo el nuestro.
Aunque de cuando en vez leemos declaraciones de gobernantes y altos funcionarios judiciales sobre Cero Tolerancia a la Corrupción, no pasa de ser simples anuncios donde en el peor de los casos, se aplica de manera muy selectiva.
Existe una enorme diferencia entre Tolerancia y Sumisión.
En cualquier sencillo diccionario, encontramos ambas definiciones.
Con el tiempo, hacemos un ejercicio inadecuado de la tolerancia y nos tornamos indiferentes y cómplices ante la corrupción y la impunidad.
En nuestra participación en las redes sociales somos fuertes, alzamos nuestras voces, protestamos, señalamos, damos muestras de indignación…alcanzamos a tener cientos…hasta miles de likes.
Cuando alguien inicia un proceso contra uno de esos llamados corruptos y delincuentes de capa y espada, lo dejamos solos en su lucha legal por los tribunales.
Tolerancia y Sumisión, no son hermanas!
En otros países con plena democracia, un servidor público cual que sea, si es señalado por actos de corrupción es perseguido y acosado por las autoridades, los medios de comunicación y la misma sociedad, hasta que sucede una de dos cosas: se pruebe claramente que no es responsable, o se establezca una consecuencia jurídica en su contra.
El Chavo siempre se quejaba, de que no le tenían paciencia. Es decir, no eran tolerantes con él. Ante el vejigazo que Don Ramón o el profesor Jirafales amenazaban con regalarle.
Quiero ser tolerante. Pero, ¿Acaso no puedo llamarte la atención, decirte suavemente que vas mal, que endereces el rumbo?
¿La tolerancia, es ser sumisos?