Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
A la luz de lo que ha ocurrido en otros tiempos (algunas de esas ocurrencias muy próximas en el tiempo) y hasta de situaciones que están ocurriendo actualmente, en otras latitudes, es previsible no sólo que la continua invasiٕón y ocupación haitianas al territorio dominicano representan un hoyo negro que terminará devorando, tragándose todo lo que es dominicano y haitianizando toda señal de vida en este suelo.
Saltan a la vista los elementos mortíferos para la Nación y el Estado dominicanas; salta a la vista que la Nación y el Estado dominicanas están dando un salto mortal continuo sucesivo cuya pauta fue marcada por los aspectos de migración y territorialización llevados a cabo por los haitianos que por decenas de millares cruzaron y cruzan la frontera diariamente para alojarse lentamente, silenciosamente, y de manera definitiva, en el territorio donde Juan Pablo Duarte y sus seguidores soñaron con una Patria Independiente.
Se trata de una planificada migración continua, se trata de materializar nuevamente la idea de «La isla es única e indivisible« de Toussaint L`Ouverture y a la que Juan Pablo Duarte enfrentó con la contra-consigna de «La República Dominicana deberá ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde la isla«.
El pensamiento de los haitianos estuvo siempre orientado a la dominación y al consiguiente ejercicio político al respecto y para ello han contado con favorables vientos imperiales de apoyo para deshacer esta Nación y este Estado dominicanas.
Como en todos los ejemplos de situaciones más o menos similares que nos ofrece la Historia, frente al obscuro horizonte, frente a la caída abismal, cuando todo esté colapsando, derrumbándose, cuando los tiempos de turbulencias hayan venido, cuando sean visibles y palpables los choques de poblaciones lo mismo que de grupos de civiles armados organizados en ambos bandos (en este caso el haitiano y el dominicano), que caracterizan esos períodos; cuando la huella de la tragedia quede impresa en sus caras, cuando esas situaciones nos desgarren; cuando, junto a los no culpables, todos los dominicanos culpables porque han tenido que ver con ese colapso de la Nación y del Estado dominicanas, vivan esos tiempos convulsos; cuando esos tiempos convulsos sean cada vez más omnipresentes; cuando seamos arrastrados por la catástrofe general, los hasta entonces desidiosos, indolentes, semi-cómplices, cómplices y co-autores de la Traición entonces comprenderán…
Tal vez los militares traidores, tal vez los traidores de la Dirección General de Migración, tal vez los traidores transportistas de los haitianos, tal vez los traidores ocultadores de haitianos, tal vez los traidores ingenieros empleadores de haitianos, tal vez los traidores agricultores empleadores de haitianos, etcétera, creen que por su traición éllos y sus familiares estarán exentos de las violencias del lado haitiano y que por ser dominicanos el lado dominicano los eximirá de violencias.
El derrumbe, el colapso, el verse éllos y los suyos perdidos entre la multitud, escrutando las hileras de cabezas para tratar de abrirse paso por el torrente humano para localizarse recíprocamente para tratar de ponerse a salvo, dará lugar a que su pánico sea igual al pánico de los que se burlaban de Noé.
Cuando se enteren de que en equis lugares de las poblaciones dominicanas nadie se salvó o muy pocos se salvaron de la degollina general, que poblaciones completas fueron pasadas a cuchillo sin perdonar siquiera a los niños, que haitianos degollaron a sus prisioneros porque les estorbaban la marcha; cuando vean a la Nación convertida en víctima del caos; cuando vean el caudal de sangre de dominicanos y dominicanas de todas las edades; cuando vean esa degollina; cuando escuchen el «–Mátenlos a todos…« de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, de casa en casa, de apartamento en apartamento, de casucha en casucha; cuando se enteren de las feroces matanzas, de «pasados todos a cuchillo«, de poblaciones enteras pasadas a cuchillo, de que los haitianos no volvieron a repetir el «error« de perdonar solo a las niñas de cinco años para abajo como ocurrió cuando su «Gran Revolución de los esclavos«; cuando se den cuenta de que caminan chapoteando sangre, entenderán que ellos fueron culpables de la transición hacia el caos, que ese caos terminó arrastrándolos a éllos consigo, que ellos son parte de la secuela trágica, cuando vean grandes columnas de humo negro, sólo entonces verán hacia atrás en el tiempo y reconocerán que las campanadas de alerta ya hace tiempo fueron dadas, habían sido dadas…
Comprenderán a la luz de esas situaciones de tanta confusión donde muchas veces la duda de quién es quién, la duda de la fidelidad de cada cuál, o la duda de qué lado se está, que la proclividad es matar a todos, sin distinción porque reconocer cada bando a los suyos se tornará tarea bastante difícil.
Comprenderán entonces que ellos estuvieron entrando, introduciendo la Nación al abismo, que esa puesta en abismo de la Nación se dio porque ellos le cambiaron al país su derrotero y se dirán en sus adentros que debieron ver en los espejos de los ejemplos históricos que esos acontecimientos estremecedores sobrevendrían.
Lo comprenderán cuando ya esa desgracia se nos haya venido encima, cuando hayamos llegado al desastre, a ese desastre.
Comprenderán que contribuyeron a deshacer el ente nacional que es la sociedad dominicana, que se afanaron por exterminarlo.
Lo comprenderán cuando éllos y los suyos no puedan cruzar ese infierno o cuando habiéndolo, quizás, cruzado algunos de éllos y milagrosamente acaso pocos puedan salir del país; lo comprenderán con todos esos ruidos grandes, muy grandes, que ocasionarán la disolución de la Nación y la extinción del Estado dominicano….
Echarán entonces un mar de lágrimas como una Magdalena…
Lo harán cuando escuchen muchos, muchísimos ayes de dominicanos y de haitianos y de intervinientes apoyadores extranjeros de éstos.
Se darán cuenta cuando en vano éllos y los suyos busquen refugio… Cuando «despistantes« y «despistados« perciban que fueron y son juguetes de fuerzas poderosas… Se recordarán entonces de `la voz inescuchada` de `las voces inescuchadas` a las que creyeron con un `mensaje sin destino` y la consideraron `una voz excluyente`… Se darán cuenta ya con `la voz impuesta` por su culpa y por potencias extranjeras.
Comprenderán entonces que están en la cruel amargura del ocaso de su Nación…
Lo comprenderán cuando vean caídas las estatuas y caídos los monumentos que se elevaron a la memoria de los honorables patricios y héroes dominicanos… Proceso ese que culminará con la desaparición y substitución de los nombres de las calles y avenidas de esta Parte Este de la Isla actualmente con los nombres de los Padres de la Patria, de sus Próceres, de sus Héroes Nacionales, de sus civilistas, de los destacados en los diferentes ámbitos de la vida social, etcétera, para ser substituídos por sus homólogos haitianos en Haití y ahora en este territorio.
…Después que una etnia se le impone a otra etnia viene la limpieza étnica, por lo que con ello más comprenderán quienes le han dado la espalda al ideal duartiano y trinitario…