GREGORY CASTELLANOS RUA14

Por Lic. Gregory Castellanos Ruano

Durante largos, pero muy largos años los principales problemas de la hermana República de Colombia fueron: las guerrillas autoconsideradas «de izquierda« (las FARC y el ELN), el paramilitarismo y el narcotráfico. En diferentes momentos, no muy lejanos en el tiempo, respectivos gobiernos colombianos enfrentaron a dichos respectivos problemas de la vida de Colombia y los llevaron a su más mínima expresión.

Después de la declaración de guerra uribista contra las guerrillas «de izquierda« y del duro aplastamiento de estas como consecuencia de aquella, la disminución del peligro guerrillero «de izquierda« se hizo evidente. Con motivo de las elecciones presidenciales colombianas a clausurarse este próximo día quince (15) del mes de Junio del año dos mil catorce (2014) con la competición en segunda vuelta entre Oscar Iván Zuluaga y el Presidente Juan Manuel Santos (que busca su reelección), y en el que el tema de las negociaciones con las guerrillas «de izquierda« para lograr la paz, ha salido a relucir en forma asaz resaltante que el principal problema de dicho país sudamericano no es, como creía la mayoría en el resto del mundo, dicha insurgencia «de izquierda«, sino que, muy por el contrario, lo es: !… La delincuencia!… !Igual que aquí en la República Dominicana!

¿Desde cuándo la delincuencia se entronizó en Colombia como el principal problema de ese país? La delincuencia en Colombia comenzó a crecer geométricamente a partir del treinta y uno (31) de Agosto del dos mil cuatro (2004), fecha en que se puso en vigor lo que se llamó el Nuevo Código de Procedimiento Penal de la República de Colombia, que, al igual que el Codigo Procesal Penal (CPP) dominicano, no es más que otro clon del Código Procesal Penal Tipo para Iberoamérica. En Colombia el embate de la religión jurídica del cepepeísmo llegó tan lejos que el mal llamado «Plazo Razonable« se estableció en dos (2) años.

Desde entonces, es decir, desde el treinta y uno (31) de Agosto del dos mil cuatro (2004) se empezó a notar en todo el territorio nacional colombiano que algo no estaba bien porque un algo llamado delincuencia venía subiendo estratosféricamente en la escala, pero la religión jurídica del cepepeísmo, con su connatural negacionismo doctrinario ( con el uso de la falacia de que supuestamente «la ley no puede ser fuente criminogena«), negaba que «el nuevo código« procesal penal colombiano fuese el culpable de semejante escalada delincuencial camino a la frontera con el comienzo del Universo que nos rodea.

De todos los candidatos colombianos el que más incapié hizo en el problema delincuencial colombiano fue Enrique Peñalosa, de la llamada orientación verde, y no fue algo novedoso en él, pues de todos él ha venido tratando el tema desde hace ya varios años atrás y reclamando buscar resolver dicho problema.  Así, si nos internamos en el tiempo en noticias años hacia atrás nos encontraremos con numerosos titulares como el siguiente «Enrique Peñalosa reiteró críticas al aumento de inseguridad en Bogotá«, al tiempo que indicaba que la misma situación se estaba dando en todas las demás ciudades de ese país y en sus zonas rurales.

En un editorial titulado «Revocatoria en las altas cortes«, de El Espectador,  de fecha veintitrés (23) de Abril del dos mil catorce (2014), dicho importante periódico nacional colombiano manifiesta:  «De un sistema judicial respetable que, no obstante sus humanos yerros, era acatado sin reparos por la mayoría de los colombianos, hemos pasado a convivir con una justicia que no sólo no convence ni tranquiliza, sino que intimida. No en vano las encuestas sobre la percepción ciudadana frente a la justicia arrojan resultados deplorables: más de un 75 % opina que nuestros jueces no están cumpliendo a cabalidad sus funciones y, peor, que el ciudadano de a pie está desprotegido.«

El veintinueve (29) de Abril del dos mil catorce (2014) en CNN en Español, Patricia Janiot entrevistó al candidado presidencial del Partido Alianza Verde de Colombia, Enrique Peñalosa, y éste declaró que el principal problema de Colombia es la inseguridad pública o inseguridad ciudadana no por culpa de las guerrillas «de izquierda«, sino por culpa de la delincuencia común, que las gentes tienen miedo de salir a las calles con un celular en las manos debido a que han matado a millares de colombianos para robarles el celular.

En un escrito periodístico titulado «Crece alerta por atracos a comercio en Bogotá«, publicado por El Espectador en fecha cuatro (4) de Mayo del dos mil catorce (2014), entre otras cosas, se expresa: «Sin embargo, estos casos son apenas ejemplos que se han vuelto mediáticos, de una realidad que golpea a la capital: los hurtos a establecimientos comerciales. Aunque las estadísticas de la Policía señalan que este delito disminuyó 37% en el primer trimestre del año (pasó de 2.578 en 2013 a 1.618 en 2014), lo cierto es que la cifra corresponde a los casos denunciados. Si se tiene en cuenta que en Bogotá sólo denuncian tres de cada 10 víctimas, como lo revela la encuesta de Victimización de la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB), la cifra del primer trimestre sería cercana a los 5.400 casos, es decir, 60 atracos diarios a establecimientos comerciales en Bogotá. Independiente de las estadísticas, lo cierto es que en las últimas semanas ha aumentado la sensación de inseguridad, que se evidencia cuando los ciudadanos en la calle y a través de las redes sociales critican la eficiencia de las autoridades. Por ejemplo, la candidata presidencial Marta Lucía Ramírez, a través de twitter, expresó: «Las extorsiones y ahora los atracos en Bogotá (en Rosales) ponen de presente el retroceso en seguridad». Por su parte, el ciudadano Juan Galvis, dijo: «Bogotá Humana, sin política de seguridad ciudadana. Dicen que se cuadruplican los atracos callejeros… ¿Y qué hacen?». Sin embargo, esta sensación de inseguridad no es nueva. De acuerdo con la encuesta de Victimización de la CCB, en los últimos años ha aumentado el porcentaje de ciudadanos que dicen haber sido víctima de algún delito, al pasar del 31% en 2012 a 47% el año pasado. De los encuestados, el 17% dijo que fue víctima directa de la delincuencia y el 30%, víctima indirecta. El principal delito es el hurto a personas, seguido del hurto a residencias, el de vehículos y en cuarto lugar el robo a establecimientos comerciales.« … «»A mi parecer, esto es producto de la falta de confianza en la judicialización de los delincuentes. Aunque la Policía hace su trabajo de capturar, sabemos que para el ciudadano es frustrante ver, a los días, al delincuente de nuevo en la calle. No puedo decir que sea un problema de jueces y fiscales, pero creo que hay que debatir muchos asuntos del sistema judicial», dijo Nieto. Sin embargo, aclaró que la gente también tiene responsabilidad por la falta de compromiso. La seguridad no es solo de las autoridades y la Policía. Son los ciudadanos los responsables de que a través de la denuncia se conozcan las estadísticas reales del problema». La encuesta de la Cámara de Comercio ratifica que poca gente denuncia: sólo tres de cada 10 personas lo hacen. Sin embargo, más allá de la desconfianza en la judicialización, hay otras razones: porque el proceso se demora mucho (27%) o porque denunciar es complicado (16%). «Esto demuestra que hay desconfianza entre la gente, porque es un proceso complejo. Esto nos lleva a pensar en la necesidad de simplificar los procesos, pero con personal competente. Además, se debe tener en cuenta que es importante promover y facilitar la denuncia, ya que esto refleja la realidad delictiva de las ciudades», dijo Jairo García Guerrero, director de Seguridad Ciudadana de la CCB.«

En el programa de televisión «Oppenheimer Presenta«, que transmite la cadena estadounidense CNN, en fecha once (11) de Mayo del dos mil catorce (2014) el periodista que lo produce, Andrés Oppenheimer, le realizó una entrevista al Presidente Juan Manuel Santos en la que éste declaró que destinará fondos contra la inseguridad pública si se le pone fin a la guerra con las guerrillas «de izquierda« debido al problema serio que representa dicha inseguridad pública.

El candidato opositor Oscar Iván Zuluaga también se refirió al problema de la delincuencia en Colombia tildándolo de sumamente serio y grave. Todos los candidatos colombianos, todos, sin excepción,  coincidieron en calificar de igual manera a la delincuencia que aturde a la República de Colombia. …Salieron a relucir los rejuegos de fórmulas o recetas para «combatirla«, la mención de la receta de instalar millares de cámaras no se hizo ausente del escenario electoral colombiano… !Igualito que en Argentina e igualito que aquí en la República Dominicana!

Lo que acontece en Colombia es otra manifestación apocalíptica concreta más de lo que implica poner en vigor un código copia del Código Procesal Penal Tipo para Iberoamérica. El modelo procesal penal colombiano es idéntico al dominicano precisamente porque son clones del Código Procesal Penal Tipo para Iberoamérica.

Es evidente que el llamado «nuevo proceso penal« (que de nuevo realmente nada tiene), que vino de la mano del Código Procesal Penal Tipo para Iberoamérica y sus clones,  hace tiempo que entró en crisis y colapsó en América Latina o Iberoamérica debido a la infuncionalidad de dicho CPP Tipo para Iberoamérica por sus formalismos excesivos, por la impunidad a que conduce y por la conversión que hace del Estado en un Estado Fallido en el que la Justicia Penal no funciona para punir el crimen y el delito, sino que tan sólo funciona para proteger al delincuente, lo cual en realidad no es más que desnaturalizar el Norte de la Justicia.

Reiteramos partes de algunas de las citas: «A mi parecer, esto es producto de la falta de confianza en la judicialización de los delincuentes. Aunque la Policía hace su trabajo de capturar, sabemos que para el ciudadano es frustrante ver, a los días, al delincuente de nuevo en la calle.« «De un sistema judicial respetable que, no obstante sus humanos yerros, era acatado sin reparos por la mayoría de los colombianos, hemos pasado a convivir con una justicia que no sólo no convence ni tranquiliza, sino que intimida. No en vano las encuestas sobre la percepción ciudadana frente a la justicia arrojan resultados deplorables: más de un 75 % opina que nuestros jueces no están cumpliendo a cabalidad sus funciones y, peor, que el ciudadano de a pie está desprotegido.«

¡Qué «casualidad«!: ¡El mismo código, los mismos fenómenos, y el mismo problema como principal problema! ¡Qué «casualidad«! ¿Todavía el recalcitrante negacionismo cepepeísta cree en «casualidades«…?

A misma causa, mismos efectos.