Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
El Sol se presenta,
al rayar el alba,
cual brioso corcel
que relincha con sus ojos incendiados,
presentando breves
rayos rojos
que después se transmutan
en rayos de color amarillo.
Cabalgando sobre el cielo de Puerto Plata
inicia su andar.
El cielo comienza a gritar,
el cielo comienza a gritar,
el cielo comienza a gritar,
pues su aire se empieza a incendiar.
Cabalgando sobre el cielo de Puerto Plata va,
desde el Este hacia el Oeste, hacia allá va,
con poses de reto efectivamente desafía todo a su andar.
El Sol cabalga sobre el cielo de Puerto Plata,
atraviesa los límites de Puerto Plata ,
con su cabellera de risos brillantes ondulantes,
imparable, indetenible, altivo, va.
Destacan su galope celeste y el lujo de su rápido andar;
oro y aire a su andar,
oro y lujo es su andar.
Quiere dejarse oir con chasquidos de oro,
tal es su esfuerzo al andar.
Después del Meridiano sigue su paso acelerando su galopar
cual caballo con los ojos incendiados color amarillo;
este brioso corcel dorado
persigue así su meta con su galope de oro acelerado.
Desafiante y soberbio
en el cielo
es su trepidar visual;
herraduras de oro
calza este colcer
al su sendero andar.
.
En ocasiones el bloqueo de su luz por las nubes
le hace parecer un águila dorada
cuando descendiendo rápidamente levanta de nuevo el vuelo,
tras desaparecer lo que momentáneamente impide su visibilidad.
Finalmente le cede su turno en el firmamento
a la Luna,
como si su luz el propio Astro Rey quisiese apagar para ir a descansar.
El cielo, ahora oscurecido, comienza a gritar,
el cielo comienza a gritar,
el cielo comienza a gritar,
pues su aire allá arriba se empieza a adentrar en el extremo enfriar.
Ahora es la Luna la que cabalga sobre el cielo;
atraviesa los límites de Puerto Plata
la Luna con su luz asordinada, tenue, de plata;
de plata, precisamente, es su andar;
herraduras de plata
calza en su andar.
Junto con la Luna las estrellas también cabalgan sobre el cielo de Puerto Plata,
junto con ella atraviesan los límites de Puerto Plata;
las estrellas con su tililar de luz de pequeña brizna de oro,
el infinito firmamento permiten visualizar.
El cielo de Puerto Plata invadido,
no por falanges de estrellas,
ni por centurias de estrellas
ni por legiones de estrellas,
sino por miríadas de estrellas,
por piélagos de constelaciones de estrellas,
en realidad: por miríadas de piélagos de constelaciones de estrellas.
Las estrellas,
verdadero tropel de jinetes,
herraduras de oro también las estrellas calzan en su andar.
Vemos de noche un mundo nuevo, también de hermosas maravillas.
El mosaico estelar que contemplamos
nos revela que somos testigos de cómo la ausencia de la luz del Sol trata de ser suplida por la luz de la Luna y de las estrellas: una sincronía perfecta que sólo Dios pudo determinar.
Cabalgando sobre el cielo de Puerto Plata todos estos jinetes celestes vienen y se van.
Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
Poema inspirado por la audición por vez primera del tema musical instrumental «Riders on the sky« (= «Jinetes sobre el cielo«) del grupo estadounidense «The Chantays«. 29/5/2015.