Primera parte
La realización de las elecciones municipales el 18 del próximo mes de febrero es propicia para hacer una reflexión sociológica sobre la coincidencia esencial de que los directivos o autoridades sepan manejar empresa, ayuntamiento y la ciudad, privilegiando lo colectivo a lo individual.
No hay duda de que el criterio del manejo con criterio colectivo de las entidades sociales arriba mencionadas, permite que se cumpla la formulación de los filósofos alemanes Theodor W. Adorno y Max Horkheimer para la sociedad en general y las unidades sociales en particular.
Ambos plantean que es como una especie de contextura interhumana en la cual todos dependen de todos; en la cual el todo subsiste gracias a la unidad de las funciones diversas y dónde todos los individuos, a su vez, son determinados, en gran medida, por su razón de pertenencia particular al contexto en su totalidad”.
Esa toma de conciencia sobre de esta contextura interhumana es una tarea o rol que cada ciudadano se le debiera enseñar en el hogar, en la escuela y las autoridades municipales, con el Alcalde a la cabeza, deben inculcar mediante campañas de educación a través de los mass medias y las redes.
El pensador francés Emile Durkheim entiende por funciones sociales aquellas que se imponen a los munícipes desde un poder coordinador que excluye la actividad personal y plantea que la administración del conjunto de acciones integradas es la clave para un adecuado funcionamiento de la realidad social.
Pero esta recomendación de Durkheim es difícil de implementar debido a que se da en una realidad coordinada, en la que los individuos deben ser mandados o administrados y los alcaldes y regidores responsables de garantizar su aplicación sufren de las mismas falencias que la gente a la que le va a aplicar.
Como se sabe, la mayoría de los alcaldes y los concejales, aparte de desconocer cómo manejar las herramientas que permitirá a los ciudadanos a poner de lado su individualismo para privilegiar su razón de pertenencia particular al contexto en su totalidad.
No es que sea imposible lograr esa meta, pero el hecho de ese objetivo no esté en su agenda de los temas prioritarios de las autoridades, ya que se enfocan en la mayoría de los casos a dedicarse “a arrimar candela para su sardina” y a la hora de enfrentar esta tarea dicen: “a mí que me registren y prefieren mirar para dónde pica el pez”.
Evidentemente que el despilfarro, la dilapidación y la no inversión de los pocos fondos que no son sustraídos de mil maneras para la solución de los problemas sociales que acogotan y yugulan la sociedad y la supremacía del individualismo son las principales causa que ralentizan o detienen su desarrollo.