El turismo en la provincia de Puerto Plata se comenzó a gestar con la puesta en funcionamiento del ferrocarril Central Cibao en el año 1897, medio de locomoción que propició que cientos de turistas internos provenientes de la región cibaeña se pudieran desplazar hacia esta privilegiada localidad norteña.
Durante más de media centuria dichos turistas se desplazaron en locomotora, principalmente los fines de semanas, a este incipiente enclave recreativo para disfrutar de sus playas maravillosas, su sol radiante y la hospitalidad y la amabilidad de los puertoplateños.
Al dejar de operar el tren, esos turistas continuaron llegando en guaguas a Puerto Plata para disfrutar de las delicias de balneario Long Beach Long Beach, fundado por don Luís Pelegrín, pionero del turismo local.
En ese maravilloso lugar, que nunca debió desaparecer, por haber sido allí donde comenzó a explotarse el turismo como una industria sin chimenea, los excursionistas disfrutaban no solo de su balneario, dotado de dos trampolines, sino también de su bulliciosa y alegre Fiesta del Bote.
Durante más de 40 años todo giró en torno a esta expresión turística modesta, que en 1970 coexistió con el turismo de cruceros que comenzó a afluir por el viejo espigón de la bahía de Puerto Plata construido en 1918, con la llegada el 18 de marzo de 1970 del buque turístico El Boheme.
Este tipo de turismo floreció considerablemente, ya que llegaron a echar sus anclas en el puerto local hasta siete embarcaciones turísticas en una semana, cuyos pasajeros y tripulantes con sus compras contribuían a dinamizar la economía de esta ciudad fundada por Nicolás de Ovando en 1502.
El turismo de cruceros desplazó en el interés de los puertoplateños el turismo nativo procedente principalmente de la ciudad de Santiago de los Caballeros y de las provincias de la parte céntrica del país y mantuvo su hegemonía hasta 1980, cuando comenzó la llegada de vacacionistas por la vía aérea.
Como se recordará el doctor Joaquín Balaguer declaró a Puerto Plata mediante el decreto 2125 del 3 de abril de 1972, demarcación turística prioritaria y ordenó con financiamiento del Banco Mundial la construcción de una serie de infraestructuras que convirtieron a Puerto Plata en el principal destino turístico del país.
Entre las obras construidas cabe mencionar el Aeropuerto Internacional Gregorio Luperón, el complejo hotelero de Playa Dorada, un nuevo espigón, el malecón, un acueducto, calles, avenidas, alcantarillado, el teleférico, varias urbanizaciones, el estadio José Briceño, el hotel Jack Tar Village y la autopista Puerto Plata-Santiago.
Estas facilidades permitieron que el hotel Jack Tar Village, primer alojamiento hotelero de Playa Dorada recibiera en junio de 1980 los primeros turistas que arribaron a Puerto Plata por su recién inaugurada terminal aérea, acto que encabezó el presidente Antonio Guzmán Fernández.
De un puñado de turistas que llegaron a Puerto Plata en Air Florida, procedente del Estado de la Florida, Estados Unidos, a la vuelta de poco tiempo el número de visitantes extranjeros se incrementó hasta recibir más de 900 turistas de diferentes países de América, Europa y otras partes del mundo.
Puerto Plata se mantuvo como principal destino turístico de República Dominicana hasta que en el año 2001 fue desplazado de dicho sitial por Punta Cana y Bávaro, debido a una enorme cantidad de errores cometidos por autoridades y el empresariado locales y la desatención de los gobiernos central y locales, que permitieron que la provincia se arrabalizara, sus playas se contaminarán, sus carreteras se destruyeran, perdiendo atractivos y competitividad.
Como consecuencia de esta penosa situación Puerto Plata perdió el 66% del flujo turístico internacional, la ocupación y la tarifa hotelera cayeron, desaparecieron o disminuyeron las ganancias, no pudiendo renovar la planta hotelera, la calidad del alojamiento, los alimentos, bebidas y servicios también desmejoraron y vino la debacle.
Tras ese desastre de dimensión catastrófica, Puerto Plata se hundió en el fondo del descrédito durando inmersa en esa azarosa y penosa situación, hasta que hace más unos 12 años, el disperso y atomizado empresariado local reencontró el derrotero de la unidad y consiguió, el respaldo de los gobiernos de Leonel Fernández y Danilo Medina, que comenzaron a prestarle atención a este destino turístico.
Del lado estatal, llevaron la voz cantante en ese proceso de rescate de la Novia del Atlántico, los ministerios de Turismo y Obras Públicas y los ayuntamientos de los municipios de San Felipe de Puerto Plata y Sosúa, gracias a los reclamos el Cluster Turístico, la Cámara de Comercio y Producción y la Asociación de Hoteles, Restaurantes y Empresas Turísticas del Norte (ASHONORTE), así como los inversores privados que remodelaron sus propiedades hoteleras..
Como resultado de esa poderosa alianza sinérgica se ha venido relanzando a Puerto Plata, que ha visto incrementarse la llegada de turistas internacionales por la vías aérea y marítima, logrando, incluso, recuperar el turismo marítimo; convirtiéndose en algo más de dos años en el principal destino de cruceros de República Dominicana, como resultado de los 659,000 cruceritas y tripulantes que arribaron por la terminal Amber Cove de Maimón en el 2017.
No obstante la recuperación experimentada por la industria local de la hospitalidad y el ocio, es menester que se mantenga la unidad de todos los sectores, turísticos y de todas las demás áreas de la actividad productiva de Puerto Plata y que el gobierno central y los ayuntamientos de los municipios turísticos continúen trabajando juntos, logrando que se terminen sus carreteras, se construyan el relleno sanitario, las dos terminales de cruceros proyectadas y nuevos hoteles, así como conseguir que nuevas líneas aéreas toquen el Aeropuerto Internacional Gregorio Luperón.
Lograr que se ejecuten dichos proyectos permitirá que el destino Puerto Plata se sitúe en una posición sólida, que aunque no posibilite que se ubique en el sitial preeminente que ostentó durante 20 años, pueda mantener un sólido segundo lugar, que se traduzca que el recibimiento a la vuelta de dos o tres años de un millón de turistas por su terminal aérea local y otro millón de cruceristas y tripulantes por la terminal de cruceros Amber Cove de Maimón.