Amo a Puerto Plata, porque mis raíces y las de mis antepasados están sembradas al pie de su hermosa montaña Isabel de Torres y a orilla del azul océano Atlántico que lo baña amorosamente con sus espumosas y ruidosas olas.
Amo este Pueblito Encantado, porque ahí vi por vez primera la luz del esplendoroso sol que desde el espacio sideral lo alumbra con sus rayos candentes durante gran parte del año, dando calor y vida a su gente, a sus árboles, animales y a sus visitantes dominicanos y extranjeros.
Amo mi maravillosa tierra natal, porque en ésta ha discurrido toda mi agridulce vida desde que nací en el hospital Ricardo Limardo, que estaba en el espacio que hoy ocupa parte del mercado municipal y un tramo de la calle Cardenal Sancha y hasta el sol de hoy.
Amo mi terruño amado, porque en él crecí, aprendí a amar y a ser amado por mis padres, mis hermanos, el resto de mi familia, mis amigos y mis maestros.
Amo este singular espacio terrenal, porque aquí tuve a mis hijos, los crié, los eduqué, les enseñé a respetar, a trabajar y a querer a su Patria.
Amo mi lar nativo, porque aquí aprendí a ser útil, a servir de manera desinteresada, a ser justo, a querer de modo entrañable a Duarte, Sánchez, Mella, Luperón y a todos los demás patriotas que lucharon por nuestra Independencia, liberándonos de yugos extraños que mancillaron nuestra soberanía y eclipsaron nuestra libertad.
Amo a este pedacito de Quisqueya, porque aquí nacieron, Gregorio Luperón, Gregorio Urbano Gilbert y otros aguerridos prohombres que han dado prestigio y honra a este glorioso y hermoso pueblo.
Amo la tierra de nuestros manes más entrañables, porque el 19 de junio de 1949 y el 20 de junio del 1959, Luperón, Maimón y Estero Hondo, que son parte de su territorio hermoso y fértil fueron escenarios de dos epopeyas patrióticas gloriosas que intentaron derrocar la tiranía despótica de Trujillo.
Amo a mi pueblo, porque aquí nacieron el autor del Himno Nacional, Emilio Prudhomme, barítono Eduardo Brito, Juan Lockward, Juan Llibre, Rafael Solano, Camilo Carrau y otras celebridades.
Amo este solar sentimental, porque en esta tierra promisoria vivieron Eugenio María de Hostos, Emeterio Betances, Antonio Maceo y muchos otros antillanistas que lucharon desde aquí por la libertad de sus pueblos caribeños.
Amo mi provincia ubérrima y preciosa, porque Dios la dotó de una belleza excepcional, que hicieron posible que se convirtiera en asiento del destino turístico pionero de la República Dominicana.
Amo el lugar donde fui engendrado, porque hay un millón de razones más para adorarlo sin tasa ni medida, ya que se levanta, como dijo Cristóbal Colón el viernes 11 de enero de 1493, en “las mejores y más bellas tierras del mundo”.
Y la amo desde lo más profundo de mi corazón y mi alma por encima de cualquier pueblo del mundo, porque aquí quiero vivir el resto de mis días y porque deseo cuando muera descansar para siempre junto a mi padre y mi madre en la necrópolis de mi pueblo.