La intolerancia religiosa o política provoca luchas, malquerencias, declaraciones hirientes, guerras y muertes entre personas por no respetar las ideas u opiniones ajenas sobre determinada situación o hecho ocurrido.
La Real Academia Española (RAE), define la tolerancia como “el respeto por los pensamientos y las acciones de terceros cuando resultan opuestos o distintos a los propios”.
En incontables intervenciones de foristas al opinar algún artículo, noticia o comentario en los diferentes medios de comunicación en los que participan, sale a flote los niveles de intolerancia e irrespeto muchas veces llevados al plano personal contra aquellas personas con quienes disienten.
En nuestra experiencia personal, no prolongamos discusiones en los planos políticos partidarios ni religiosos. Cada quien defenderá “sus verdades” hasta lo infinito.
No ha sido fácil. Todavía aprendemos a respetar el derecho que tiene la otra persona a defender lo que él cree o considera es su verdad.
Se cae en el ridículo al resbalar estrepitosamente por los senderos de la intolerancia “al defender lo indefendible” y pretender “dar razón a las sinrazones”.
Aunque se quiera (así se hace), negar situaciones de amarguras e incertidumbre que se vive en determinado partido político, la inseguridad ciudadana por la que atravesamos buena parte de la sociedad dominicana, el transfuguismo o corre-corre que hay en determinadas organizaciones políticas son hechos, y los hechos…hechos son.
Entendemos, que esa manera de ser intolerante es pagada. Ya en publicidad bien costosa aunque no se tenga programas ni medios, al tener parte de la familia en la administración pública, y abrigar el temor de que los cancelen, ese aparente valor que se muestra en la defensa “de lo que sea que huela a gobierno” viene además, por el miedo a perder el “sueldito” o la tarjeta de Solidaridad, Bono Luz, SENASA o cualquier ayuda de los programas sociales.
Todavía no es nada. Los intolerantes vienen más avasallante todavía. Saben que se tambalean y van a “pelear sucio” como cuando le derriban de una trompada y ya en el suelo, tratan de lanzar lodo, tierra, estiércol ¡Lo que sea! Con tal de vencer a quien le golpeó. En su “valentía” olvidan que lo mismo que intentan arrojar, puede caerles encima y matarlos.
Después no logran escuchar el Réquiem que les cantan.
ramiro_francisco@yahoo.com