Por Lic. Gregory Castellanos Ruano El plan o proyecto político de Juan Bolívar Díaz diseñado sobre la base de la presencia en el territorio nacional de haitianos ilegales para atraerlos para votar en las elecciones dominicanas, patrocinado económicamente por ONGs extranjeras, por países extranjeros , por organismos internacionales y por algunos políticos nacionales, ha recibido el espaldarazo de un instrumento jurisdiccional internacional sufragado este esencialmente con dineros de los Estados Unidos de América (EE.UU.): la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), también denominado por muchos como Tribunal Interamericano de Derechos Humanos. Dicho plan evolucionó de ser «un colchón anti-fraude« al servicio del entonces dirigente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) José Francisco Peña Gómez a ser colocado al servicio del exPresidente Hipólito Mejía (y grupos afines) a raíz de la división del PRD y de dicho exPresidente ser expulsado de este. El Presidente Danilo Medina Sánchez quiso apropiarse del proyecto elaborado y materializado por Juan Bolívar Díaz para que en vez de Hipólito Mejía fuese él, el Presidente Lic. Danilo Medina Sánchez, el beneficiario de esos votos de la enorme cantidad de haitianos existentes y por existir en el territorio nacional dominicano y, para no molestar en demasía al dueño de dicho plan, Juan Bolívar Díaz, trató de atraerse a éste para captarlo para su proyecto político «danilista« de corto y de mediano plazos: de ahí la retahíla de individuos de ese sector de ése periodista colocados en importantes posiciones dentro del gobierno danilista y luego la designación de dicha cabeza periodística de la Traición Nacional como «veedor« de las compras del Palacio Nacional y la repugnante entrega por el propio Jefe del Estado a dicho traidor-veedor de un inmerecido «Premio Nacional de Periodismo« que su sólo papel de Traidor a la Patria lo excluye de entrada siquiera de ser ponderado para recibir tal cosa. Con sus pasos concretos (el congelamiento de las deportaciones de los haitianos ilegales en el territorio nacional; el Plan Nacional de Regularización; y la política de hacerse de la vista gorda frente a los aluviones haitianos que llegan diariamente al territorio dominicano, etcétera) para apropiarse del proyecto en cuestión de Juan Bolívar Díaz el Presidente Lic. Danilo Medina Sánchez había quedado frente a las masas haitianas como su «héroe«, como su «benefactor«: yo llegué a ver a haitianos entrevistados por reporteros de noticieros nacionales hablando bien, y en ese sentido, a favor de Danilo Medina Sánchez: éste había logrado gran parte de su propósito; pero, no obstante el ver las garras extranjeras que estaban detrás del proyecto que han financiado el mismo, dicho Presidente dominicano obvió ese detalle, el cual es muy revelador porque dichas garras extranjeras no han financiado tal cosa sólamente para empujar a un candidato político de la predilección de Juan Bolívar Díaz sino que sus miras, con la complicidad de éste, van más allá de ahí: su objetivo medular es resolver la búsqueda haitiana de espacio vital a costa de la República Dominicana destruyendo a esta como Estado. Es por eso que se produce el indecente fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) diciendo sus jueces títeres: que los haitianos nacidos en el territorio de la República Dominicana son dominicanos (la obra de Duarte para nada sirvió), que la República Dominicana debe cambiar su Constitución en cuanto a la regulación de su política migratoria y en cuanto a la nacionalidad, que deben ser paralizadas las persecuciones penales contra haitianos que mediante falsedades han conseguido documentos oficiales dominicanos; y otras liviandades expresadas en dicho fallo. Es por eso que esas garras extranjeras, de esa manera, es decir, vía la interpósita personae de dichos jueces títeres, le dejaron la franquicia, la exclusividad, a Juan Bolívar Díaz. Danilo Medina Sánchez quiso cortejar al voto haitiano (el gasto que supuso para el Estado dominicano (es decir, para todos los dominicanos) el solventar ese proceso impulsado por el Presidente Danilo Medina Sánchez para tratar de obtener beneficios políticos prácticos para su proyecto político–personal para el corto y el mediano plazos, gasto que, según ha trascendido, ronda cerca de los mil millones de pesos dominicanos (RD$1,000. 000.000.00) y todo para jugar con un material sagrado como lo es la dominicanidad) y se quedó como el jamón, atrapado en el medio de los dos pedazos del pan: al disponer la sentencia de la CIDH el reconocimiento inmediato de la nacionalidad dominicana a los haitianos nacidos en la República Dominicana la presencia de Danilo Medina Sánchez sobra dentro de los planes de los sectores de la comunidad internacional interesados en hacer naufragar al Estado dominicano: por lo que ya Danilo Medina Sánchez no vendría a cuajarse como «el benefactor« y «el héroe« de los haitianos como quiso presentarse para obtener el voto de todos ésos haitianos posibles «nuevos votantes« de materializarse dicho proyecto criminal: su plan se le fue a pique. Eso le pasa al que juega con candela prestándose como «compañero de viaje« de la Traición Nacional (Danilo Medina Sánchez sólo miró su interés político a corto y a mediano plazos, para nada le importó el aspecto final de esa Traición Nacional): ahora como «héroes«, como «benefactores« de los haitianos y como dueños del voto haitiano se quedan Juan Bolívar Díaz y el sector político del cual él es un periodista orgánico (por ese sector político igualmente tener un interés mezquino por, a su vez, tener una visión de corto y de mediano plazos: para nada le importa el capítulo final de la trama extranjera); por eso es pronosticable que ambos, Juan Bolívar Díaz y ese sector político, seguirán enfilando los cañones contra los intereses fundamentales de la Nación dominicana para obtener la gracia del voto haitiano. Ahora la llave del arcón o baúl la tiene exclusivamente Juan Bolívar Díaz, quien, multimillonarizado hace tiempo (su barrigota y su papada, lo mismo que sus viajes en primera clase, dejan entrever que su estilo de vida no es el de los «pobres haitianos« que «dice« «defender« en desmedro de los pobres dominicanos): esa multimillonarización suya ahora se va a disparar muchísimo más aún, pues va a tener a algunos interesados políticos «nacionales« más detrás de él que nunca en procura de su ayuda pro–haitiana para hacer uso del voto haitiano ahora a merced exclusiva de la voluntad bastarda y alienada de éste multimillonario periodista dominicano Traidor de la República Dominicana, al cual para protegerlo de la furia de la voluntad popular dominicana no descartemos que un día de estos esos sectores extranjeros a cuyo servicio él se encuentra se disparen ofertándolo como «candidato al Premio Nobel de la Paz«. ¿Cuáles son las consecuencias esenciales del referido fallo de la CIDH?: a) le ha dado base jurídica a la presencia haitiana sembrando la semilla de la rebeldía, de la insurrección haitiana en el territorio nacional frente a las autoridades dominicanas; y b) igualmente le ha dado base jurídica a una previsible ocupación militar extranjera si se producen las claramente previsibles colisiones entre masas dominicanas y esas masas haitianas. Reitero algo que escribí en una oportunidad: nuestro país ha sido amigo de Estado Unidos, de Venezuela (y se puede cooperar con éllos) y de casi todos los países del mundo y está dispuesto a seguirlo siendo y esa es su aspiración, pero si se produce la inminencia de una ocupación extranjera, bajo el palio que sea: los jerarcas militares dominicanos deben repartir las armas de los arsenales entre los miembros de la población para enfrentar dicha ocupación, pues esa es la única forma de impedir que una ocupación extranjera pueda resultar triunfante. No nos perdamos.