El Sermón de las Siete Palabras empezó y terminó denunciando la corrupción generalizada y la impunidad asqueante que a todos los niveles y en todos los ámbitos despoja a los dominicanos de sus derechos esenciales.
El Sermón estableció responsabilidades e identificó culpables y si una conclusión puede ser derivada del mismo es que Leonel Fernández tiene de frente y en contra a la iglesia católica en la persona de sus obispos y sacerdotes.
La complicidad del cardenal, en este caso, no cuenta porque en la iglesia, como en las fuerzas armadas, el ministro no tiene mando directo de tropas. Como si fuera poco, un sacerdote de Santiago, Serafín Coste declaró que Leonel: “a esta iglesia no me entra” y añadió “lo estoy esperando para ver si lo confieso y le voy a pedir de penitencia que devuelva los miles de millones que se ha robado”, algo evidentemente sin precedentes en la historia del país y una humillación tan imprevista como incalculable.
EL CONEP
El Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) la más importante y representativa de las organizaciones empresariales del país, acaba de publicar un comunicado en el cual expone su preocupación y disgusto por el estado de inseguridad jurídica prevaleciente, por la falta de acción y/o comportamiento inadecuado de los jueces que así consagran la impunidad frente al delito y la corrupción, todo lo cual amenaza la libre empresa, deteriora la confianza en el sistema judicial y aleja la inversión extranjera.
La conclusión obvia es que los empresarios creen que el PLD y Leonel Fernández han ido demasiado lejos no ya como gobierno sino como gente cuya fortuna es tan grande que no los necesitan a ellos y estos empresarios se apartan del modelo o mejor aun, se apean del barco donde han figurado como pasajeros no como tripulantes.
Es la primera vez que el CONEP reacciona, aunque sin mencionarlo, ante la competencia desleal de los políticos en el poder quienes han acumulado iguales y mayores fortunas que ellos pero con la diferencia de que, mientras unos necesitaron varias generaciones para alcanzarla, estos políticos lo hicieron en un mandato presidencial.
EMBAJADOR DE EEUU
El embajador de los Estados Unidos ha visitado ya tres veces al Procurador General de la República y en cada ocasión el discurso ha sido el mismo. Su gobierno está enterado y preocupado por los niveles de corrupción vigentes, la magnitud y extensión de las operaciones de lavado y la absoluta impunidad en que se desenvuelven las actividades criminales.
Las visitas reiteradas, el mismo discurso y el hecho de que la iniciativa han sido en cada ocasión de la embajada apuntan con toda claridad, tanta que hasta los mas escépticos ya lo tienen claro y a su pesar lo admiten: los americanos no quieren a Leonel. Tras haber perdido terreno en América Latina no quieren sumar mas conflictos y no hay que ser mago para saber que la dominación peledeísta a eso lleva.
En cualquier calle, parque, plaza, oficina, esquina, barrio o paraje la gente ha ido cuajando en forma cada vez mas abierta, cada día mas explícita y radical un rechazo a la persona, la posición, las aspiraciones y el legado de Leonel Fernández. Ni el pueblo, ni la iglesia, ni los empresarios ni los americanos lo quieren.
Entonces, ¿con que cuenta? Los plumíferos pagados, los comunicadores a sueldo y los que dentro del PLD, incluyendo los jueces que responden a él, aun le respaldan, no son suficiente fuerza como para contrarrestar la oposición de los sectores ya enumerados.
Deliberadamente he dejado fuera los institutos armados donde reina la confusión, la inconformidad y la desmoralización pero donde también se ha entrado en un proceso de reflexión y revisión que es tan real como la gansterización de otros sectores, dentro de esas instituciones, entregados en cuerpo y alma a las actividades criminales.
DANILO MEDINA
De todo lo anterior se desprende que a Leonel Fernández, lo único que lo tiene en pie y en la calle es la combinación del amparo que le prodigan los jueces escogidos por él mismo para que desempeñaran la función de desestimar cualquier acción judicial en su contra y la complicidad del otro sector del PLD liderado por el señor Danilo Medina a favor de quien Leonel Fernández instrumentó un fraude electoral gigantesco en base a un acuerdo que le garantizaría impunidad a él y la presidencia al otro, acuerdo que Danilo ha cumplido escrupulosamente.
La arrogancia y la ambición que gobiernan a Leonel Fernández no le dejan ver que si hoy día no está sentado vergonzosamente en el banquillo de los acusados ni está preso en Najayo se lo debe a Danilo Medina que lo apaña y encubre no solamente porque se comprometió a hacerlo sino porque también él se sabe culpable como beneficiario consciente del fraude electoral y fiscal que hicieron posible su ascenso a la primera magistratura.
Cuanto dijeron los sacerdotes en el famoso Sermón a raíz del auto de no ha lugar a favor de Félix Bautista y Félix Rodríguez, cuanto consigna el comunicado del CONEP y cuanto establece la embajada de los Estados Unidos constituyen una preocupación y una denuncia respecto a la cual Leonel Fernández, Danilo Medina y la cúpula peledeista tienen que, con razón, darse por aludidos.
Los crímenes de los cuales se acusa y se hace responsable a Leonel Fernández han sido encubiertos por el señor Medina y además, dentro del gobierno que preside, prevalecen y encontraron continuidad los mismos delitos, abusos y crímenes que caracterizaron la gestión de su predecesor.
Solamente el estilo ha cambiado. La forma, no el contenido, la apariencia no la sustancia. Danilo Medina no debería ser beneficiario de la acción emprendida contra Leonel Fernández sirviendo así al juego del PLD de posicionarse, al mismo tiempo, como gobierno y oposición.
El daño ocasionado por el PLD como partido y como gobierno a las instituciones, a la cultura política, a la administración de justicia, a la fundación de los valores que sustentan el cuerpo social, a la infraestructura productiva, a los servicios médicos para los pobres, al salario de los trabajadores y sus planes de retiro, el daño que han infligido solamente puede describirse con la siguiente palabra: incalculable.