Lic. Rosario Espinal
Perpleja quedé al saber que una de las objeciones para que la Junta Central Electoral reconozca el nombre Partido Revolucionario Mayoritario (PRM) es que no son mayoritarios, o por lo menos, no han probado ser mayoritarios; por lo cual, legalizar ese nombre constituiría una falsedad.
Mejor objeción, diría yo, hubiese sido el término revolucionario, porque más fácil llega el PRM a ser mayoritario que revolucionario; por lo tanto, lo de revolucionario es más falso. Y ya que de vocablos hablamos, y en base a ellos supuestamente certifican los partidos, habría que someter a evaluación los nombres de todos los partidos políticos dominicanos.
¿Qué tiene de revolucionario el Partido Revolucionario Dominicano (PRD)? Si algún ideal de revolución existió en la mente de sus fundadores, o de quienes lucharon por retornarlo al poder en la Guerra Civil de 1965, hace tiempo se esfumó. No hubo revolución en sus gobiernos; y aunque en la oposición los perredeístas fueron revoltosos, de ahí no pasaron. ¿Merece entonces ese partido llamarse revolucionario? No, no.
¿Y el Partido de la Liberación Dominicana: de qué ha liberado al pueblo dominicano? ¿De la pobreza, de la delincuencia, de los bajos salarios, de la corrupción, del endeudamiento público, de los apagones? No, no. Tal vez ahora puedan decir que liberaron el país del analfabetismo, obra digna y necesaria, aunque muy retrasada. Pero el país sigue esperando la erradicación de muchos males, incluida la baja calidad de la enseñanza. Porque estar alfabetizado no es sólo firmar el nombre y escribir unas cuantas palabras, es mucho más; y sólo construyendo escuelas no se hace la transformación educativa.
¿Y qué tiene de cristiano el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC)? ¿Las funditas? Porque ni la represión de Balaguer ni la corrupción de los reformistas compaginan con los mandamientos cristianos: no matar, no robar. ¿Y qué decir de un partido de origen militar llamado Partido Quisqueyano Demócrata Cristiano (PQDC)? Si Jesucristo anduviese por estos predios probablemente hubiese gritado a viva voz ¡fariseos, fariseos! así que, por temor al juicio final, deberían eliminar de sus nombres el término cristiano. Ah, y en ese bando, para la Fuerza Nacional Progresista (FNP), la Real Academia de España necesita un nuevo diccionario que defina en sentido opuesto el término progresista.
Siguiendo con los chiquitos, hay partidos que se llaman Alianza aunque nunca han orquestado una alianza: Alianza por la Democracia, Alianza País, Alianza Social Dominicana. Si todos se unieran, tal vez hicieran honor a su nombre. También hay un Partido de los Trabajadores Dominicanos que no recluta ni un 1% de los trabajadores y nadie se inmuta.
Entre los antiguos perredeístas hay un Partido Revolucionario Independiente (PRI) que nunca ha sido independiente; un Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD) que no ha impulsado con su toro ni la revolución ni la socialdemocracia; y el Bloque Institucional Social Demócrata (BIS), que con un nombre tan rimbombante debió sacar por lo menos un senador, pero nadita de nada, ha brincado de la Lotería al INESPRE, cortesía del PLD. En fin, son tantos los nombres falsos que no me alcanza el espacio para acabar de nombrarlos.
Es lamentable que dirigentes políticos y la Junta Central Electoral desperdicien su tiempo en chucherías terminológicas, cuando ninguno de los nombres de los partidos dominicanos corresponde a su realidad política.
Supongo que este artículo habrá herido en su interior a muchos políticos que tienen en sus partidos grandes tesoros anímicos y materiales. ¡Pero caramba! compórtense mejorcito, porque este país está lleno de problemas que esperan solución para estar malgastando el tiempo en estériles pleitecitos.